Historias Florentinas, Francesco Guicciardini

[Storie fiorentine]. Obra juvenil de Francesco Guicciardini (1483-1540), desco­nocida hasta el pasado siglo y descubierta por Giuseppe Canestrini en 1859, quien la incluyó en el tercer volumen de las Opere inedite di Francesco Guicciardini. Iniciada en 1508, antes de marchar a la legación de España, en 1512 el autor la había ya de­jado de lado, quedando así incompleta. To­mando como punto de partida la «novità» de los Ciompi, en 1378, la narración se des­arrolla en rápidas pinceladas en los prime­ros ocho capítulos, hasta la muerte de Lo­renzo el Magnífico (1492); desde este mo­mento se hace más amplia y compleja, a lo largo de veintisiete capítulos, ocupándose de los acontecimientos italianos posteriores a la Liga de Cambrai y el comienzo de las hostilidades entre Julio II y Venecia. Obra del período florentino, no presenta la ampli­tud de horizontes propia de la Historia de Italia (v.); no obstante, en este primer es­fuerzo es también evidente el sello de un talento vigoroso apoyado en un sentido po­lítico lleno de mesura y equilibrio. En esta obra se encierran algunas interesantes refe­rencias a la vida económico-social, pero falta, en cambio, la riqueza y amplitud de datos políticos que el autor adquirirá más tarde, enriqueciendo su experiencia en un observatorio político de alcance europeo, ‘ como para él lo fue la España de Femando el Católico.

G. Franceschini

Guicciardini niega todo lo que niega Ma­quiavelo y de manera aún más tajante; a la vez admite lo que Maquiavelo admite. Pero es más lógico y más consecuente. Como la base es el mundo tal como en realidad es, cree ilusorio intentar reformarlo y pretender ponerle patas de caballo cuando las tiene de asno; por ello lo acepta como es, se acomoda a él y lo convierte en su regla y su instrumento. (De Sanctis)

En la Historia Florentina, Guicciardini juzga todavía como florentino. Habla, efectivamente, sobre la influencia de los aconte­cimientos externos en la política interna de la ciudad, pero no le interesa por sí misma. Hasta más tarde no comprenderá que la historia de Florencia debía ser tratada como una parte de la de Italia, y esto lo deberá en no pequeña parte a su actividad política fuera de su patria. Tan sólo en al­gunas observaciones aisladas cabe descubrir el pesimismo de las obras posteriores. (Fueter)