Historia del Señor Cleveland, Antoine-François Prévost d’Exiles

[Histoire de Monsieur Cleveland]. Novela del abate Antoine-François Prévost d’Exiles (1693-1763), publicada como si fuera traducida del inglés y fechada en Amsterdam, en 1732-1739. Su título original es: Histoire de Monsieur Cleveland, fils naturel de Cromwell écrite par lui même, ou le philosophe anglois. También es conocida por las últimas palabras del título, El filó­sofo inglés [Le philosophe anglois].

El li­bro narra las peripecias aventureras y dolorosas de Cleveland, hijo natural de Cromwell. Huyendo de las persecuciones del dictador, que se niega a reconocerlo como hijo, el joven vive con su madre, apartado del mundo, en la caverna de Rumneyhole. Con el tiempo se da cuenta de que no es el único habitante de aquel tétrico lugar. En efecto, un día se encuentra por un ex­traño azar con su vecino y compañero de aventuras, lord Axminster, enemigo de Cromwell y ferozmente perseguido por éste. Ligados por la amistad, Cleveland frecuenta la familia del amigo, enamorándose de su hija Fanny. El amor entre ambos jóvenes cobra fuerza, favorecido por la mutua ve­cindad y cimentado a través de afortuna­das peripecias. Los reclusos de Rumneyhole salen felizmente a la luz y emigran a Fran­cia, donde son muy numerosos los prófugos ingleses contrarios al gobierno de Crom­well. En Francia encuentra Cleveland a su abuelo materno, el cual desearía casarle con una rica viuda, Mme. Lallin.

Pero Cle­veland sólo sueña con unirse a Fanny, y a pesar de que lord Axminster se muestre contrario a la boda y se lleve a su hija a las colonias americanas de donde ha sido nombrado gobernador, decide seguirlo. Un contratiempo difiere su partida; pero una vez embarcado sigue sin reposo a lord Ax­minster, en continuas idas y venidas entre las islas del mar Caribe y el continente. Le halla siendo huésped de una tribu de indios salvajes, los abaquis, pero en mise­rable estado de desnutrición. Cleveland y Fanny, vencidos los últimos obstáculos, se casan, estableciéndose cerca de los salva­jes, que nombran a Cleveland su rey. El joven se muestra a la altura de sus deberes reales, pero bien pronto su carácter inquieto y la nostalgia de Europa le inducen a aban­donar su nuevo pueblo y a partir de aque­lla comarca salvaje. Mas el destino, durante el viaje de regreso, le depara los golpes más duros; para colmo, los ruiton, ferocí­simos salvajes, lo aprisionan junto con Fan­ny, destinando a la hoguera a su hija Ce­cilia y a su ama, la señora Riding. Afor­tunadamente, las dos mujeres son indulta­das, pero los dos esposos las creen perdidas para siempre. Su dolor es tal, que les hace inculparse mutuamente de lo ocurrido y se separan. Cleveland se deja consolar por la demasiado complaciente señora Lallin; Fan­ny, celosa, huye con un aventurero, Gelin, y, llegada a Francia, se retira a un conven­to. Nuevos acontecimientos conducen a Cle­veland, ya pesimista por naturaleza, al bor­de del suicidio. En estas difíciles condicio­nes de espíritu, se ocupa de él un padre jesuita, el cual, a la vez que lo convierte a la fe cristiana, le reconcilia con el amor.

Cleveland ama entonces a la bella Cecilia de R… y es correspondido. En conciencia, advierte a la joven que no puede casarse con ella porque ya está casado; Fanny, que por su parte protesta de que siempre ha sido fiel a Cleveland, se cree con derecho a que se la considere como su esposa. Dos mujeres igualmente enamoradas se disputan al joven, indeciso entre el viejo y el nuevo amor. Para resolver toda perplejidad, apa­recen en escena la vieja señora Riding, el ama creída muerta junto con Cecilia, la hija de Cleveland, la cual cuenta su mara­villosa aventura y revela el secreto de Cecilia de R… Ésta es la hija de Cleveland, confiada al cuidado del conde de R. Ante tal revelación, Cleveland se da cuenta de lo incestuoso de su pasión, reconociendo nuevamente a Fanny los derechos de es­posa y a Cecilia los de hija. Pero Cecilia no se resigna a perder el amor de Cleveland y se mata. El telón cae ante ambos cón­yuges, que se retiran para siempre a la soledad. El elemento novelesco es el pre­ponderante en la narración, pero ésta in­cluye también numerosos motivos cultura­les de la Ilustración francesa, además de una profunda y compleja psicología, que a veces asume el discreto tono de la confe­sión autobiográfica. La crítica ha reconoci­do justamente a esta obra de Prevost, que no dejó de tener influjo sobre Rousseau, un puesto importante en la historia de la sensibilidad francesa del siglo XVIII.

A. Norsa