Historia de la Literatura Catalana, Morel-Fatio

A pesar de su importancia histórica y literaria, la literatura catalana ha sido una de las que más han tardado en ser objeto de estudios historicoliterarios. Morel-Fatio, al redactar el capítulo correspondiente al tema para el Grundriss… de Gróber, señala precisamente la falta de tra­bajos y de ediciones críticas y la dificultad de trazar un panorama completo de la pro­ducción en aquella lengua. El interés para el estudio de las letras catalanas fue coe­táneo al despertar lingüístico y literario del siglo pasado. A partir de la «Renaixença», la bibliografía sobre literatura cata­lana podemos afirmar que es abundante. Pero si a lo largo de todo este renaci­miento literario se han publicado importan­tes estudios, monografías y ediciones críti­cas, hasta casi nuestros días no hemos podido tener una historia de la literatura orgánica y trazada con un método cientí­fico. En este artículo vamos a referimos a las obras de carácter más general. La primera visión de conjunto de la litera­tura catalana la hallamos ya en el famoso Prohemio… (v.) que el marqués de Santillana dirigió al condestable don Pedro de Portugal. Vale la pena reproducir esta bre­ve síntesis: «Los catalanes, valencianos, e aun algunos del reyno de Aragón fueron e son grandes officiales desta arte [se re­fiere al trovar]. Escrivieron primeramente en trovas rimadas, que son pies o bordones largos de síllabas, e algunos consonavan e otros non.

Después desto usaron el decir en coplas de diez síllabas a la manera de los lemosís. Ovo entre ellos de señalados ornes, as£ en las invenciones como en el metrificar. Guillén de Berguedá, generoso e noble cavallero, e Pao de Benvivre ad­quirieron entre éstos grand fama. Mossén Pero March el viejo, valiente e honorable cavallero, figo assaz gentiles cosas, e entre las otras escrivió proverbios de grand moralidat. En estos nuestros tiempos floresció Mossén Jorde de Sanct Jorde, cavallero prudente, el qual ciertamente compuso assaz fermosas cosas, las quales él mesmo asonava, ca fué músico excellente, e fico, en­tre otras, una cançión de oppósitos que comiença: Tosjorns aprench e desaprench ensems. Figo la Passión de amor, en la qual copiló muchas buenas cançiones an­tiguas, asy destos que ya dixe, como de otros. Mossén Febrer figo obras notables e algunos afirman aya traydo el Dante de lengua florentina en catalán, non men­guando punto en la orden del metrificar e consonar. Mossén Ausiás March, el qual aún vive, es grand trovador e orne de assaz elevado espíritu». La importancia de este documento, primer intento de una historia de la literatura universal, es capital para la historia de las letras catalanas. San­tillana distingue perfectamente, en éste y otros textos, la producción provenzal de la catalana (salvando, claro está, el error de Guilhem de Berguedán), distinción que muchos investigadores y eruditos del si­glo XIX no sabrán ver y que será nece­saria la obra de Milá para aclararlo de una manera definitiva.

Unos años antes que Santillana, el humanista Ferrán Valenti, en el prólogo de su versión de las Paradojas de Cicerón, presenta un breve panorama de autores catalanes. Valenti, tras citar erróneamente a Arnaut Daniel como poeta ca­talán, habla de Ramon Llull, del Somni de Bernat Metge y de las traducciones de clásicos de Conesa, Canals y Genebreda. Nicolás Antonio, en su Bibliotheca Hispana Nova (v.) (Roma, 1672-1696), al igual que Ximeno en Escritores del reino de Valen­cia, cronológicamente ordenados desde el año 1238 hasta el de 1747 (Valencia, 1747- 1749) y otros bibliógrafos posteriores, agru­pa a los escritores según criterios geográ­ficos, pero no lingüísticos. El primero que hace una distinción de carácter lingüístico es José Salat en su Catálogo de las obras que se han escrito en lengua catalana des­de el reynado de Don Jaime el Conquista­dor, apéndice a la segunda edición de la Gramática y apología de la lengua cathálana de Ballot, y es a la vez el primer ensayo de presentar un panorama comple­to de nuestra literatura. En el mismo siglo se escribe la obra de carácter eminente­mente histórico, pero con abundantes refe­rencias literarias de don Antonio de Capmany: Memorias históricas sobre la Mari­na, Comercio y Artes de la antigua ciudad de Barcelona (v.) (Barcelona, 1779). En los años 1827-1830 se publica en Valencia la Bibliografía valenciana de los escritores que florecieron hasta nuestros días, de Justo Pastor Fuster, realizada con el mismo cri­terio de Nicolás Antonio y de Ximeno, pero no exenta de sentido crítico. Un hito im­portante lo señala el obispo Félix Torres Amat con sus Memorias para ayudar a for­mar un Diccionario crítico de los escritores catalanes (v.) (Barcelona, 1836), a la que – Juan Corminas añadió un Suplemento… (Burgos, 1849).

El Diccionario de Torres Amat contiene abundante material de pri­mera mano y, pese a algunas omisiones, es todavía hoy una obra de consulta indispen­sable; menos valor tiene el Suplemento… de Corminas. En 1849 aparece la famosa obra de Ticknor, donde la literatura cata­lana es tratada como un apéndice de la provenzal. Uno de los más meritorios es­fuerzos de individualización es el realizado por Magín Pers y Ramona en bosquejo histórico de la lengua y literatura catalanas desde su origen hasta nuestros días (Barce­lona, 1.a ed., 1850; 2.a ed., 1857), tratado por otra parte deficiente y lleno de teorías anacrónicas. Otro intento también defi­ciente fue el realizado por el francés Camboliu: Essai sur l’histoire de la littérature catalane (París, 1858. Traducido al catalán con el título Assaig historie sobre litera­tura catalana y publicado por la «Biblio­teca Clàssica Catalana». Barcelona, 1910), a pesar de que Milá y Fontanals lo califi­cara «como el primer ensayo acerca de nuestra literatura, verdaderamente digno de este nombre». El Essai… acompañaba la edición de la Comèdia de la Gloria d’Amor de Rocabertí. Una obra llena de intuición y sugerencias es la de A. Helfferich: Raymund Lull und die Anfänge des catalanischen Literatur, aparecida el mismo año. Los tra­bajos de Camboliu y de Helfferich son objeto de una interesante recensión de Adolf Ebert («Jahrbuch für romanische und englische Literatur», II, 1860), rica en jui­cios críticos acerca de nuestra literatura, a la que el autor distingue netamente de la provenzal.

La Historia de la Literatura Española (v.) de Amador de los Ríos trata en los tomos IV (Madrid, 1863) y VI y VII (id., 1865) de literatura catalana y son dignos de recordar sus capítulos sobre Ramón Llull, Ausiás March, Róis de Corella, la corte de Alfonso el Magnánimo, etc. Con el criterio de los antiguos repertorios bi­bliográficos se publica la Biblioteca de es­critores baleares, de Joaquín M.a Bover (Palma de Mallorca, 1868), obra intere­sante por los datos que proporciona. En 1877 don Joaquín Rubio y Ors pronuncia ante la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona el discurso: Breve reseña del ac­tual renacimiento de la lengua y literatura catalanas. Se trata de una respuesta a la afirmación hecha por el romanista Paul Meyer en su discurso inaugural del mis­mo año en el Colegio de Francia, según la cual el actual renacimiento de las le­tras catalanas no era más que una emula­ción del renacimiento provenzal. Rubio busca dentro del ámbito geográfico catalán los orígenes de la «Renaixença», aduciendo los testimonios de Pere Serafí, Viceng Gar­cía, Puig y Blanch, etc. Al año siguiente, en 1878, aparece en Nápoles la obra Dell’antica letteratura catalana, cuyo autor, Enrico Cardona, afirma que la escribió por amor al país «donde vennero in Italia i miei primi parenti». El ensayo de Cardona está basado casi por entero en el de Camboliu. Aproximadamente en este período debe situarse la labor del que fue maestro indis­cutible de la literatura catalana y funda­dor de la filología románica en España, don Manuel Milá y Fontanals.

La obra de Milá une a su rigor científico una valora­ción crítica definitiva. Milá estudia con precisión los orígenes, defiende la unidad e individualidad de la literatura catalana en las tres regiones del dominio lingüístico y nos presenta un análisis de los poetas catalanes que conserva aún hoy todo su vigor. Su primer artículo apareció en 1843 en la revista barcelonesa «La Verdad» y trataba ya de literatura medieval proven­zal y catalana. En 1865 los Juegos Flora­les premian su Ressenya histórica i criti­ca deis antics poetes catalans. De la edición de sus «Obras completas» coleccionadas por Menéndez y Pelayo cumple destacar los volúmenes: el II, De los trovadores en Es­paña (v.) (Barcelona, 1889); el III, Estu­dios sobre historia de la lengua y literatura de Cataluña (id., 1890); los IV, V y VI ti­tulados Opúsculos literarios (id., 1892, 1893 y 1895) y el VIII, Romancerillo catalán (v.) (id., 1882). En el camino iniciado por Milá van a seguir Rubio y Lluch y Mar­celino Menéndez Pelayo. Las obras de Menéndez Pelayo, tratan frecuentemente de literatura catalana tanto antigua como mo­derna con la agudeza y comprensión del gran crítico español. En 1880, Francisco M. Tubino publica en Madrid su Historia del Renacimiento literario contemporáneo de Cataluña, Baleares y Valencia. En 1883, aparecen en Francia dos estudios sobre el tema. El primero, en París, es obra de Albert Savine: La Renaissance de la Poésie Catalane, y acompaña a la 2.a ed. de la versión francesa de La Atlántida (v.) de Verdaguer. El segundo, impreso en Perpiñán, es de J. Prépatx: La Renaissance des lettres catalanes.

El número del 15 de no­viembre de 1886 de la «Revue des deux mondes» da cabida entre sus páginas al tra­bajo de J. M. Guardia: L’ancienne littérature catalane et le mouvement littéraire contemporaine. Todavía en el criterio de los antiguos repertorios bibliográficos apa­rece en los años 1889-1895 en Barcelona el Diccionario biográfico y bibliográfico de es­critores y artistas catalanes del XIX, de Elias de Molins, cuya consulta es indis­pensable para el estudio de la «Renaixença». Un libro entusiástico y voluminoso, pero completamente superado, es el del alemán Otto Denk: Einführung in die Geschichte der altcatalanischen Litteratur (Munich, 1893). El mismo año se publica en Estras­burgo, en el segundo volumen de la segunda parte del Grundriss der romanischen Philologie… de Grober, la Katalanische Litteratur del gran hispanista francés Alfred Morel- Fatio. Se trata de un inventario global, qui­zás excesivamente sintético. Tras una intro­ducción sobre las fuentes, divide la literatu­ra catalana en dos géneros fundamentales, la poesía y la prosa, y dentro de cada uno de ellos estudia las distintas manifestacio­nes agrupadas en subgéneros. El estudio de Morel-Fatio llega hasta algunos autores de la «Renaixença». «Seco, despectivo a veces — dice Jorge Rubio —, más bibliográ­fico que históricamente orgánico, conserva aún hoy día su valor de índice». En la ter­cera parte de la 2.a ed. de la Literatura es­pañola del siglo XIX (Madrid, 1912), del Padre Blanco García se trata con bastante extensión de nuestro tema: orígenes y pri­meras manifestaciones hasta las figuras de Verdaguer, Guimerá y Emili Vilanova.

La crítica del P. Blanco García es de carácter encomiástico y llena de observaciones de carácter moral y político. En 1900 se publica en Barcelona el Breu compendi de literatura catalana de Font i Sagué. Dentro del cami­no del máximo rigor científico iniciado por Milá y Fontanals se desarrolla la labor del segundo gran maestro de la literatura cata­lana: Rubio y Lluch. En su discurso inau­gural de 1901 en la Universidad de Bar­celona : Algunos caracteres que distinguen a la antigua literatura catalana, en el ca­pítulo dedicado a la literatura catalana de su Sumario de historia de la literatura es­pañola (Barcelona, 1901) y en las clases pronunciadas en su cátedra de la Univer­sidad de Barcelona (reseñadas a partir de 1907 en «Estudis Universitaris Catalans»), propone una nueva estructuración históri­ca, una división de la literatura en períodos según criterios internos y ofrece una orien­tación definitiva en esta clase de estudios. Fruto de la enseñanza de Rubio y Lluch serán las obras de Massó y Torrents, Ma­nuel de Montoliu y Jorge Rubio. El poeta y periodista M. S. Oliver publica en 1903, en Palma de Mallorca, el resumen: La li­teratura en Mallorca: 1840-1903. Lluís Nicolau d’Olwer, en 1915, en el n.° X de «Estudio», da a conocer su Sumario crono­lógico (1136-1833), apéndice a la Introduc­ción al estudio de la literatura catalana. Fruto de las lecciones de Rubio y Lluch es la Literatura catalana. Perspectiva general («La Revista», Barcelona, 1917), del mismo Nicolau d’Olwer, que presenta una estruc­turación histórica, quizá demasiado rígida, de la evolución de la literatura desde los orígenes hasta los inicios de la «Renaixença».

Nicolau sintetizó la obra precedente en su Resum de literatura catalana («Col-leccio Popular Barcino», XXXIII, Barcelona, 1927), completándola con las manifestacio­nes literarias hasta el momento de su pu­blicación. El hispanista italiano Mario Ca­sella nos ofrece en el volumen XXIX (1918) de la «Rivista delle Biblioteche e degli Archivi» su Agli albori del Romanticismo e del moderno Rinascimento catalano. El mis­mo año aparece en Barcelona el estudio sobre teatro catalán de Curet: El arte dra­mático en el resurgir de Cataluña. Una obra que merece consideración por su valor crítico es el Manual d’historia crítica de la literatura catalana moderna. Primera part (1823-1900) (Barcelona, 1922), de Ma­nuel de Montoliu. El autor, tanto en este libro como en sus ensayos dispersos y en su Breviari crític aporta una visión nueva de la literatura que consiste fundamentalmente en una concepción estética de la misma. Este Manual de Montoliu es uno de los mejores que se han escrito sobre el tema.

Del erudito y provenzalista francés Jean Amade es la obra: Renaissance litté­raire en Catalogne au XIXe siècle (Paris- Toulouse, 1924). Otro francés — catalán del Rosellón—, Josep-Sebastià Pons, publica: La littérature catalane au Roussillon aux XVIe, XVIIe et XVIIIe siècles (Toulouse, 1929), que completa el panorama de es­tudios sobre el cultivo del catalán en las distintas regiones de su dominio lingüístico. Otro manual, aunque deficiente, es el de Josep Comerma, aparecido en Barcelona en 1929: Historia de la literatura catalana. Fru­to de los trabajos de Nicolau d’Olwer es el estudio de W. Giese: Gründzuge der Entwicklung der älterer katalanischen Litera­tur («Archiv für das Studium der neueren Sprachen», vol. 161, 1932). Otro manual aparece en 1932 en la colección «Publicacions de l’Oficina Románica», obra de M. Garcia Silvestre: Histària sumaria de la literatura catalana, con prólogo y bi­bliografía de Manuel de Montoliu. Aunque construido sobre los apuntes y el programa de Rubio y Lluch, contiene graves errores de concepto. Del mismo año es el Repertori de l´antiga literatura catalana. I. La Poe­sía, de J. Massó Torrents, editado por el «Institut d’Estudis Catalans». El mismo au­tor había publicado ya en 1914 su Biblio­grafía deis antics poetes catalans. Por en­cima de algunos errores, el Repertori y la Bibliografía constituyen un monumento de la historia de la literatura catalana y son indispensables para el estudio de la poesía catalana medieval.

En 1933 aparece en París el manual de J. J. A. Bertrand: La Littérature Catalane Contemporaine, libro claro y preciso, que supone un cono­cimiento directo y actual de la materia y cuyo único defecto sería quizás el valorar con exceso los poetas de los años próxi­mos en que apareció. Una excelente sín­tesis llena de puntos de vista sugestivos es el Resumen de literatura catalana (Barce­lona, 1947), de Martín de Riquer. El autor nos ofrece una visión crítica de los momen­tos más importantes de la literatura cata­lana, especialmente de la época medieval, pues por lo que a la moderna se refiere no pasa de dar una visión orientadora. En 1953 aparece traducido al catalán y ampliado con el título Panorama de la poesía catalana el prólogo de Joan Triadú a la Anthology of Catalan Lyric Poetry (Oxford, 1949). Se trata de una visión superficial y sin ningún rigor científico de la historia de nuestra poesía. Una obra con más pretensiones que las anteriores es la de Joan Ruiz Calonja: Historia de la literatura catalana (Barcelo­na, 1954), que como manual resulta acep­table y supone un esfuerzo digno de toda consideración. Sin embargo, el autor no sabe dar un enfoque moderno a sus estu­dios y nos ofrece una obra de corte tradi­cional. Persisten en ella algunos prejuicios y se nota la incomprensión del autor por algunas escuelas y estilos de nuestra lite­ratura. Un ensayo desdichado es el de Carlos Cardó: La literatura catalana (en Tres estudios sobre literatura catalana, Ma­drid, 1955), impregnada de tópicos y arbitrariedades.

Dignos de consideración son en cambio los dos volúmenes de Joan Fuster: La poesía catalana (Palma de Mallor­ca, 1956), en los que la finalidad divulga­dora que se propone no excluye que la visión histórica y los comentarios estén basados en los más modernos estudios. En curso de publicación se halla una historia de la literatura catalana «por figuras» de Manuel de Montoliu, de la que ya han apa­recido dos volúmenes: Els trobadors (Bar­celona, 1956) y Ramón Llull i Arnau de Vilanova (Barcelona, 1958), bastante defi­cientes. La mejor historia de nuestra lite­ratura, fruto digno de los trabajos de Milá y Fontanals y de las lecciones de Rubio y Lluch, es la Literatura catalana de Jor­ge Rubio contenida en la «Historia de las Literaturas Hispánicas». Hasta el presente se han publicado cuatro partes: la primera, que comprende desde los orígenes hasta el siglo XIV, en el volumen I (Barcelona, 1949) de la mencionada «Historia de las Literaturas Hispánicas»; la segunda, si­glos XV y XVI, en el vol. III (id., 1953); la tercera, el siglo XVII, en la segunda parte del vol. IV (id., 1956); y la cuarta, siglo XVIII, en el V (id., 1958). La obra de Rubio constituye una aportación definitiva por su valor sintético, por su visión histórica y por la continua aportación de material de primera mano que lleva a cau­sar admiración, especialmente en las partes dedicadas a los siglos XVII y XVIII, que hasta la publicación del trabajo de Rubio no existían para la literatura catalana.

Co­mo bibliografías debemos citar el «Anuari Bibliográfic Catalá» (1889), la «Revista de Bibliografía Catalana» (1901-1907), las No­ticias bibliográficas de obras… referentes a la literatura catalana («Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona», IV 1907-1908, y V 1909-1910) de Isidro Bonsoms, el «Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans» (1907-1931), la «Revista deis Llibres (1925-1926) y la Bibliografía de la llengua i literatura catalana («Publicacions de l’Oficina Románica», Barcelona, 1931- 1933), de J. Vives y R. Aramon.

Entre las revistas, debemos añadir al «Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Bar­celona» (empezado a publicar en 1901), al «Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans» y a los «Estudis Universitaris Catalans» (1907-1936), ya citados, la «Analecta Sacra Tarraconensia» (desde 1925), el «Anuari de l’Oficina Románica» (1928-1934), el «Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura» (desde 1920), el «Butlletí de la Societat Arqueológica Lulliana» (desde 1884), el «Butlletí del Centre Excursionista de Ca­talunya» (1891-1938), el «Butlletí de la Bi­blioteca de Catalunya» (1914-1932), «Estu­dis Románics» (desde 1947), «Quaderns d’Estudi» (1915-1924), «Revista de Catalu­nya» (1924-1938), «Revista d’estudis franciscans» (desde 1907), «Revista Valenciana de Filología» (desde 1950), etc.

Entre las revistas y periódicos dedicados a comentar la actualidad literaria (aparte de «El Va­por» y «El Europeo», que propagaron las ideas románticas e impulsaron la «Renaixença»), no debemos olvidar el «Diario de Barcelona», «Lo Vertader Catalá», «Lo Gay Saber» (1868-1869 y 1878-1882), «La Renaixença» (1871-1899), «La Illustració Catalana» (1880-1894 y 1903-1917), «L’Aveng» (1882-1884 y 1889-1893), «Pél & Ploma» (1899-1903), «Joventut» (1900-1906), «La Re­vista» (1915-1936), la ya citada «Revista de Catalunya», «Revista de Poesía» (1925- 1927), «La Nova Revista» (1927-1929), «Qua­derns de Poesía» (1934-1935), las revistas de vanguardia «Hélix» y «L’Amic de les Arts», «El Mirador», etc., y la prensa diaria («La Veu de Catalunya», «El Matí», «La Publicitat», etc.).

Entre las colecciones de textos cumple destacar: «Biblioteca Catala­na» de Aguiló, «Societat Catalana de Bibliófils», las ediciones del Instituí d’Estudis Catalans, la edición de las «Obres Origi­náis» de Ramón Llull por Obrador y Galmés, la «Biblioteca Catalana» de Miquel i Planas, «Els Nostres Clássics», etc.

Y entre las colecciones de autores modernos, mu­chas de las cuales contienen estudios crí­ticos: «Biblioteca Popular l’Aveng», «Els Poetes d’Ara», «La Lectura Popular», «La Revista», «Biblioteca Univers», «Quaderns Literaris», «Llibres de la Rosa deis Vents», «Biblioteca Selecta», «Biblioteca Excelsa», «Biblioteca Perenne», «óssa Menor», edi­ción de las «Obres Completes de Joan Maragall», etc. No debemos olvidar los tra­bajos monográficos y ediciones de Aguiló, Miquel i Planas, Jorge Rubio, Manuel de Montoliu, Amadée Pagés, Bohigas, Riquer, etc. En el campo del estudio de las crónicas catalanas los trabajos y ediciones de don Antonio de Bofarull, Miret y Sans, Massó Torrents y Coll i Alentorn.

Entre los críticos literarios recordemos a Sarda, Yxart, Mateu, Capdevila, Montoliu, Riba, Bofill Ferro, Díaz-Plaja, Folguera, Teixidor, Antonio Vilanova, Joan Fuster y Joan Ferraté. Numerosas antologías de poesía y prosa catalana han sido publicadas a par­tir de la «Renaixença»: la de Moliné y Brasés (1911), la antología de «L’Aveng» (1913), la de A. Plana (1914) y las mo­dernas de Capdevila, Riquer, Teixidor, Masoliver, F. Gutiérrez y Joan Triadú (prosa y verso). Sanchis Guarner y Joan Fuster han publicado respectivamente en 1951 y 1954 antologías de poesía balear y valenciana modernas.

Entre las antologías de poesía catalana traducida a otras len­guas debemos recordar, además de la ya citada de Oxford, las de Schneeberger : Anthologie des poètes catalans contemporains dépuis 1854 (París, 1922), Grossmann: Katalanische Lyric der Gegenwart (Hamburgo, 1923), C. Giardini: Antología di poeti catalani contemporanei: 1845-1925 (Turin, 1926), González Blanco: Antología de poetas catalanes (Madrid, 1930), Paulina Crusat: Antología de poetas catalanes contemporá­neos (Madrid, 1952), etc. Si el despertar de los estudios históricos y críticos de la literatura catalana aconteció más tarde que en otras literaturas, queda compensado con creces por la actividad desarrollada a lo largo del siglo que va desde la «Renaixença» hasta nuestros días. El número de estudios es hoy prácticamente ilimitado. [En curso de publicación: Historia de la Lite­ratura Catalana. (Parte antigua, Martí de Ríquer. Parte moderna, Antoni Comas.)]

A. Comas