Historia de la Decadencia y Ruina del Imperio Romano, Edward Gibbon

[History of the Decline and Fall of the Román Empire]. Esta obra del historiador inglés Edward Gibbon (1737-1794), grandiosa en su tra­zado, detallada en su desarrollo y original en su espíritu, apareció en Londres, con intervalos, en seis volúmenes, entre 1776 y 1788.

Habiéndose trasladado a Italia para mejor estudiar las antigüedades, el autor concibió su obra en Roma «el 15 de octubre de 1764 — según él afirma — mientras se ha­llaba sentado y meditabundo entre las rui­nas del Capitolio y los monjes cantaban vísperas en el templo de Jano». La obra comprende el período que abarca desde el año 180 hasta la caída del imperio de Bizancio; una primera parte, hasta el 641, está escrita con absoluta minuciosidad y es la más importante; la segunda, tratada sumariamente, encierra menor valor. To­davía hoy es fundamental la descripción de la vida constitucional del Imperio desde la época de los Antoninos hasta la última conquista de Constantinopla por los tur­cos y hasta la muerte de Constantino Pa­leólogo. En este vasto cuadro, que abarca un período de 1.300 años, son objeto de largo desarrollo, junto a las vicisitudes po­líticas de Roma primero, y de Bizancio después, las historias particulares de los pueblos que tuvieron relación con el Imperio, así como los movimientos espiritua­les y sociales que agitaron el mundo desde Trajano hasta Constantino Paleólogo: los comienzos y los progresos del Cristianismo, la decadencia del paganismo, la vida monástica, el derecho romano y los cismas religiosos son estudiados con particular atención.

La obra de Gibbon puede ser considerada en sí, y en relación con el desenvolvimiento que los estudios habían llegado a alcanzar en la Gran Bretaña, es­pecialmente por obra de Hume y Robertson. A diferencia de sus predecesores, Gib­bon supo unir a una cuidadosa investiga­ción de los documentos un agudo sentido crítico y un vivo espíritu animador, por el que hombres y hechos alcanzan una su­gestión de vida en acción. Entre sus pá­ginas más bellas merecen recordarse aque­llas en que se perfilan los retratos de Marco Aurelio, Justiniano, Constantino y Atila, y las dedicadas a la historia bizantina, al surgir del islamismo, al período de Juliano, las invasiones bárbaras y las Cruzadas. Gibbon tuvo, a no dudar, sus prejuicios y sus limitaciones: su clasicismo pagano no le permitió ser ecuánime en la valoración del Cristianismo y de las causas — él enumera cinco — de su rápida expansión. Era un temperamento eminentemente realista, aun­que también un tanto cínico, y no hay que olvidar que, ante todo, era un hombre del tiempo de Voltaire. Debido a ello trata con suma rapidez los ochocientos años de his­toria cristiana. Las polémicas que desata­ron los capítulos 15 y 16, dedicados a la aparición y difusión del Cristianismo, fue­ron infinitas, y él se defendió en una Vindication en la que pretendía, ante todo, reivindicar su fidelidad como historiador. [Trad, española de José Mor de Fuentes con el título Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano (Barcelona, 1842- 1847)].

M. Borsa