[Storia di Gerolamo Savonarola e dei suoi tempi]. Esta obra de Pasquale Villari (1826-1917), publicada en 1860, logró en el transcurso de medio siglo repetidas ediciones (la última y más completa es la de 1926, en dos volúmenes), y se la considera como verdaderamente fundamental para la vida y el pensamiento de Savonarola.
La fama de fray Jerónimo Savonarola había caído por completo en el olvido y casi en el desprecio durante el siglo XVIII. Bayle expresaba en su Diccionario una opinión entonces universalmente aceptada, cuando aseguraba que el desdichado fraile «era un ridículo y bajo impostor, merecedor del martirio que había sufrido». En el siglo XIX, los investigadores ingleses y alemanes vieron en él, por el contrario, un precursor de la Reforma, apreciación contra la que reaccionó el historiador francés Perrens, presentándonos a Savonarola como un sincero católico. Con trabajo paciente y objetivo, Villari desechó estos juicios, analizando atentamente todos los estudios antiguos y modernos acerca de Savonarola, y sobre todo sacando a luz una cantidad enorme de documentos inéditos e ignorados por sus predecesores. Es admirable el estudio que hace de la vida del fraile en el marco histórico de la sociedad florentina e italiana de su tiempo, así como aguda y noble es la interpretación que nos da de su pensamiento. «Sólo a quien no le conoce de cerca se le aparece Savonarola como alguien que quiere volver a la Edad Media, sacrificar de nuevo la tierra al cielo, la sociedad civil a la eclesiástica.
A quien, por el contrario, se familiariza con sus escritos y su vida, se le aparece tal como verdaderamente es: como un alma sedienta de ideal cristiano que anuncia a sus contemporáneos que sin virtud, sin abnegación, sin grandeza moral, el hombre y la sociedad van a la ruina… Fue en su siglo el primero en impulsar a la humanidad hacia la meta a la que todavía hoy no hemos llegado, pero hacia la que nos dirigimos con redoblado esfuerzo; quería poner en armonía la fe y la razón, la religión con la libertad. Su obra guarda conexión con el Concilio de Constanza, con Dante Alighieri, con Arnaldo de Brescia; aspira a la reforma cristianocatólica que fue el constante deseo de los grandes italianos y de algunos de los mayores pensadores de todo el mundo civilizado».
M. Borsa