[Gesta de Roderici Campi Docti]. Crónica latina que relata los más sobresalientes hechos de armas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Fue terminada en 1110 o poco antes. Se aprecian en ella una introducción, una historia bastante detallada del quinquenio 1080-1084, un enlace que cubre rápidamente hasta principios de 1089, una relación muy minuciosa y puntual del período 1089-1094, un nuevo empalme muy sumario correspondiente a los años 1095-1096, y un final que narra los sucesos de 1097-1099 y alude brevemente a los de 1100-1102. Menéndez Pidal ha atribuido este texto a «un clérigo aventurero y soldado, natural de tierras aragonesas o mejor catalanas», que debió acompañar al Cid de 1082 a 1084, de 1089 a 1094 y de 1097 a 1098. En realidad, parece observarse en la crónica la huella de dos distintos autores.
Uno, que sería el principal, podría haber sido un clérigo mozárabe zaragozano que habría empezado su trabajo en 1089 recogiendo información de los sucesos anteriores a esta fecha e incluso noticias de los antepasados de su biografiado, y habría continuado su tarea hasta 1094 a base de su conocimiento directo de los sucesos y de algunos documentos. Este cronista estaba especialmente interesado por las luchas entre el reino de Zaragoza y el de Lérida, ayudado éste por el conde de Barcelona, y poseía buena información sobre Berenguer Ramón II y sus caballeros. Los hechos posteriores a 1094, en cambio, habrían sido narrados por otro autor, probablemente un clérigo al servicio de la catedral de Valencia que quizá habría acompañado a Jimena, viuda del Cid, en su retiro de Cardeña, y que muy bien hubiera podido ser el escriba Martín, redactor de los dos únicos documentos cidianos fechados en Valencia hoy conservados, uno de los cuales es de 1101 y, por lo tanto, posterior a la muerte del héroe. Este segundo cronista aparece mucho más dado al uso del estilo directo que su predecesor, no tiene la buena información de éste sobre las cosas del condado de Barcelona, pues hay que creer que desconoce incluso el nombre del conde reinante, no se interesa por los conflictos entre Zaragoza y Lérida, sino por los de la región valenciana, y se complace en forma verdaderamente anómala dentro de lo acostumbrado en esta crónica en referirse a la restauración de la catedral de Valencia y a la propia ceremonia de su consagración. Este segundo cronista habría trabajado entre 1097 y una fecha poco posterior a 1102. Las informaciones de ambos autores han resultado ser veraces y de gran valor para la historia del Cid y de su tiempo.
Esta crónica, conocida también con el nombre de Historia Roderici, fue a menudo utilizada por la historiografía posterior, y especialmente por la Primera Crónica General, la de 1344 y la Particular del Cid. Su mejor y más reciente edición es debida a Menéndez Pidal, quien la publicó como apéndice en La España del Cid (Madrid, 1947).
M. Coll Y Alentorn