Obra de Juan Ginés de Sepúlveda (14909-1572/73), en latín, cuyo título es De rebus gestis Caroli Quinti… [libri XXX]. El autor, cordobés, perfeccionó su formación humanística en Alcalá y Bolonia, haciéndose un eminente latinista, el mejor de su tiempo, según Erasmo; fue también filósofo y teólogo. Capellán y cronista oficial del Emperador, le acompañó en sus andanzas para conocer por sí mismo los hechos. La obra es muy vasta — más de mil páginas impresas en 4.° mayor—, llegando hasta la muerte de Carlos. Su tipo, clasicista puro, a lo que se prestaba bien la vida hazañosa de su héroe; los discursos, muy ciceronianos, son prodigados; las ciudades se designan con sus nombres latinos, y los modernos de oficios y dignidades son substituidos por los más afines de la antigüedad romana; los temas poco «nobles» son rehuidos. Sacrificada así la exacta y total pintura de la realidad a la elegancia y dignidad de la expresión, la crónica pierde en valor histórico lo que gana como obra literaria. Tampoco es íntegramente imparcial, por la vehemencia de su celoso españolismo. Con todo, peca de injusto el juicio de Fueter, según el cual no se le puede tomar en serio como historiador; en cambio, otro alemán de tanta autoridad como Ranke le considera muy estimable en varios aspectos. La obra no se imprimió en vida del autor, poniendo así en práctica la opinión que expresó acerca de la no divulgación de las historias hasta después de morir el historiador, y siguió inédita hasta 1780, en que la Academia de la Historia la publicó con otras de Sepúlveda.
B. Sánchez Alonso