Gemelos, Maximilian Klinger

[Zwillinge]. Tragedia en cinco actos del poeta alemán Maximilian Klinger (1752-1831), publicada en 1775; fue premia­da en el concurso convocado por Schroder y preferida al Julio de Tarento (v.).

El pro­tagonista es Güelfo, violento y apasionado, segundón de noble familia y obsesionado por la envidia contra su hermano gemelo, el «dulce, sentimental y pérfido» Fernando, al cual pertenecen honores, títulos y patri­monio. No pudiendo sufrir su situación de inferioridad, se tiene por víctima de una injusticia y puesto que ni el médico que asistió al parto ni la madre pueden decir cuál de los dos niños ha nacido primero, se convence de que fue el arbitrio de su padre quien decidió de su suerte; el odio hacia su hermano se encona aún más por­que ambos aman a la misma joven, Camila, la cual será esposa de Fernando. Éstos son los antecedentes que el espectador conoce por un diálogo de feliz teatralidad, durante el cual adquiere todo su relieve la figura de Güelfo, en cuyo ánimo se unen instin­tos satánicos con rápidos impulsos de emo­ción y ternura por su madre; especialmen­te en sus confidencias con su primo Guiscardo, cuyo carácter es la perfecta antítesis del suyo. Guiscardo amó a Julieta, la her­mana de los dos gemelos y llora inconsola­blemente su muerte, sin sentir odio ni ren­cor por Fernando, a pesar de que éste se opuso a su matrimonio. El día de las bodas de Fernando y Camila, Güelfo mata a su hermano, y el padre, para vengar al hijo muerto, y para substraer a Güelfo al es­cándalo, se toma la justicia por su mano y lo apuñala.

La acción, desarrollada en veinticuatro horas, es dramáticamente con­centrada a pesar de las muchas tiradas retóricas y el general énfasis del estilo, hoy insoportable. En esta obra, que figuró entre las primeras tragedias alemanas de carác­ter, aparece la tendencia del autor a con­centrar el drama en una penetración de la situación anímica del héroe; tendencia que, en contraste con las formas clásicas, puede ser considerada como lejano presentimien­to de algunas directrices del drama alemán del siglo XIX. En esta obra, Klinger ex­presa, en parte, lo que fue el drama se­creto de sus comienzos; el conflicto entre su humilde condición social y el rebelde orgullo de su carácter. Si bien es exage­rado atribuir a esta tragedia fuerza shakesperiana, como lo hicieron algunos contem­poráneos suyos, incluso Otto Ludwig, se le deben reconocer, sin embargo, valores in­trínsecos, especialmente en su motivo cen­tral: el contraste entre las dulces figuras femeninas que vanamente tratan de con­jurar el peligro, y la furiosa obsesión de que está poseído el protagonista.

G. F. Ajroldi