[Philosophie und Religión]. Breve ensayo del filósofo alemán Friedrich Wilhelm Schelling (1775- 1854), publicado en Würzburg, en 1804. Señala la nueva orientación del autor hacia los grandes problemas éticos y religiosos, y fué determinado por las agudas objeciones de su amigo Eschenmayer acerca de la dificultad de derivar del Absoluto los seres finitos y diferenciados en un sistema de identidad, que no admite, como tal, ningún principio de distinción. Con este problema se relacionan otros de gran importancia, como los de la libertad, de la existencia de la historia, del origen del mal, de las relaciones entre Dios y el hombre. Esta dificultad había conducido a Eschenmayer a una especie de dualismo con la admisión de la fe junto a la razón, como otra fuente de conocimiento que permitía el paso más allá del absoluto racional, dualismo que Schelling superó con la resolución teosófica de aquella dificultad: la unidad de la filosofía y de la religión está suficientemente demostrada por la comunidad de su objeto, el conocimiento del Absoluto. Éste, eternamente encerrado en sí mismo, no puede transferirse al mundo finito y empírico, hasta el cual no hay continuidad de transición partiendo de la Divinidad del pensamiento de Spinoza; de ahí que Schelling se una a la doctrina platónica. El origen del mundo se explicará, por lo tanto, como un alejamiento o caída de las Ideas, que se generan del Absoluto como repeticiones eternas de su acto de autoconocimiento; la doctrina de las ideas es una verdadera teogonía trascendental.
Estando fundadas en Dios, las Ideas todavía no nos harían salir, pues, del Absoluto; pero pueden separarse de su sostén originario, substantivarse metafísica- mente y, aunque por sí mismas no constituyen aún diferencias reales, pueden ser condiciones de diferenciaciones ulteriores. En esta «posibilidad» de independencia de las Ideas, consiste la libertad de donde tomó origen el mundo, pero no la absoluta libertad que Schelling, fiel al spinozismo, identifica con la absoluta necesidad; y por ella las Ideas quedan unidas a Dios. Su desprendimiento lejos de ser, pues, un acto necesario deducible de la naturaleza del Absoluto, es el acto irracional de la culpa originaria, por la cual lo finito quiere ser lo Infinito, y el mundo, la misma Divinidad. En esta libre acción de independencia de las Ideas, Schelling recordando el activismo fichtiano se encuentra con el principio de la «Yoidad» [«Ichheit»] que explica el carácter finito y fragmentario de los seres de la naturaleza. Hasta aquí la primera parte («Ilíada») de la gran epopeya del Absoluto, con la visión pesimista de la existencia como culpa; a partir de la segunda parte — o palingénesis — se inicia la redención; puesto que las Ideas, divinas por su origen y esencia, aspiran a volverse a juntar con Dios, y al cumplir ese regreso («Odisea») determinan el proceso histórico, construido sobre la naturaleza, y completan el desarrollo dialéctico del Absoluto.
Idéntica a la historia del universo es la del hombre: el alma que se ha desprendido de Dios como consecuencia de su culpa, se ve envuelta en las ataduras de lo finito, que es por sí mismo la pena fatalmente imita al pecado. Pero por su íntima esencia divina, el alma tiende a liberarse de la materia y a volver a su origen, al mundo Inteligible, donde vivirá eternamente. La inmortalidad no será por lo tanto una perpetuación de la existencia individual, puesto que en tal caso no quedará realmente desprendida de las ataduras de lo finito, sino un anegamiento en el todo de lo Absoluto. En esta aspiración está la catarsis del Espíritu. Filosofía y Religión señala la evasión definitiva del sistema de la identidad, y anuncia la renovación de ideas a que Schelling es conducido por el apremiante problema de la religión. A este propósito el tratado es significativo, a pesar de las contradicciones y los errores que recensores y críticos notaron en él. Schelling se halla, efectivamente, en la imposibilidad de mantenerse en el terreno del puro panteísmo por su concepción del Absoluto como eternamente encerrado en sí mismo, sin relación alguna con el mundo finito; y, por otra parte, el recurso a la doctrina de Platón y su intrusión en el spinozismo, amenazan conducir a una concepción negativa de la realidad finita que estaba muy lejos del espíritu de la filosofía schellingiana. El pesimismo que indudablemente se encuentra en el sistema, se introduce en él por la interpretación de la existencia como culpa, consecuencia de la exclusión de toda relación positiva entre el Absoluto y la realidad. El interés de esta obra radica sobre todo en el esbozo de teorías y en la enunciación de temas, que serán repetidos y sistemáticamente tratados en su obra siguiente, más madura, acerca de la libertad (v. Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana).
A. Cecconi