Felicidad, Katherine Mansfield

[Bliss]. Narraciones de Katherine Mansfield (Kathleen Beauchamp, 1888-1923), publicadas en 1920. En esta re­copilación es donde mejor se pueden adver­tir los méritos y los defectos de K. Mans­field: cierta monotonía en los temas (mu­chachas soñadoras; jovencitas pobres; niños sensibles; esposos o amantes separados por un muro de incomprensión más o menos sutil) y una actitud amarga, voluntariamen­te impasible, frente a la vida, en extraño contraste con la finura y la receptividad psicológicas de la autora; actitud que hace de ella una fiel intérprete de la inquieta sociedad de postguerra que, habiendo renunciado a los viejos ideales y a los anti­guos principios, no había conseguido crearse otros nuevos. En la novela que lleva el título del conjunto se describe la feliz jornada de una mujer joven que participa de la excitante atmósfera primaveral, dis­fruta de su hermosa casa, de la buena co­mida, del pequeño grupo de amigos reuni­dos en torno a su mesa hospitalaria y siente de repente que está verdadera y completamente enamorada de su marido; su «feli­cidad» acaba cuando advierte, a través de un espejo, que éste besa a su más querida y reciente amiga.

En la narración «Prelu­dio», están descritos dos días de la familia Burnell; y en la minuciosa descripción de los actos cotidianos de cada uno de sus miembros, el lector llega a conocerlos a todos y adivinar las relaciones que los unen y las causas latentes de futuras di­vergencias. En «Je ne parle pas français», «Psicología», «Encurtidos» y «Un hombre sin sensibilidad», como en «Felicidad», la autora analiza el drama espiritual de mu­chos intelectuales que, aun amando, son incapaces de abandonarse con instintiva sencillez a sus sentimientos. El protagonis­ta de «Sol y Luna» es uno de aquellos ni­ños sensibles, tan frecuentes en K. Mans­field, que se gana la repulsa de su padre precisamente cuando acaba de tener la más dolorosa desilusión de su breve vida, pues después que los invitados a un banquete de gala se han retirado, se le lleva a ver la sala que había admirado apasionadamen­te en todo su esplendor pocas horas antes y que ahora está desordenada, sucia, vul­gar. Sol rompe a llorar y no quiere ni si­quiera probar el helado que su padre le ofrece; Luna, la niñita que también había fantaseado junto con él pocas horas antes, ríe y palmotea feliz, dando pruebas de ma­yor sentido práctico y capacidad de adap­tación a los casos de la vida. Es una psico­logía sutil, que encuentra inesperados án­gulos visuales en los más vulgares motivos del vivir cotidiano, revelando en un solo trazo el bien y el mal secretos. Un mundo que K. Mansfield no supo superar, mezqui­no y al mismo tiempo grandioso, cínico y angustiado, pero siempre vivo con pertur­badora realidad. [Trad. española de E. de Andreis (Barcelona, 1946)].

A. Castelli