El Torbellino, Edoardo Calandra

[La bufera]. Novela de Edoardo Calandra (1852-1911), publicada en 1898. Es el mayor esfuerzo narrativo de Calandra, quien consideró El torbellino como su mejor novela.

Luigi Ughes, joven médico turinés, envuelto en los movimien­tos revolucionarios de 1794, luego indultado y retirado a vivir con su mujer en el campo, en 1797 se lanza nuevamente al tumulto revolucionario y desaparece sin dejar hue­llas. La novela está en parte dominada por el tema de la espera tensa y angustiada y por las afanosas buscas efectuadas por Liana, su mujer, y por el abogado Oliveri, para hallar al desaparecido; hasta que una ex­traña aparición (tema que se repite en otras novelas de Calandra) persuade a Liana de que su marido está verdaderamente muerto. Paralelamente a éste se desarrolla el relato de las aventuras de una familia noble, la de los condes Claris, ligado al precedente por el amor que el joven Claris siente por Liana, que, al final de la novela, cuando él trata de salvarla, le es violentamente arran­cada de los brazos por un grupo de reac­cionarios y muerta bárbaramente.

Entre estas dos historias de almas anhelantes una hacia otra se desarrolla, oscuro, variado y tempestuoso, el curso de los acontecimientos de la historia piamontesa entre 1797 y 1799: la agitación revolucionaria de las clases burguesas, los oscuros fermentos de las clases rurales, la insuficiencia de la noble­za piamontesa, el hundimiento de la mo­narquía, la irrupción de las bandas revolu­cionarias de Francia y el triunfo final y fugaz de los reaccionarios apoyados por los ejércitos austro-rusos. El torbellino es una novela de amplio aliento, donde están atem­peradas con feliz equilibrio las exigencias de la narración propiamente novelesca y de la representación histórica, el gusto de lo minucioso y del detalle con la técnica am­plia, difícil y obligatoria del fresco histó­rico. Entre las novelas de la época, esta de Calandra es sin duda una de las de cons­trucción más sólida, conducida con mano hábil y segura.

El torbellino pareció nove­lesco, así como otros relatos de Calandra, cuando se puso de moda la novela naturalista; sin embargo, la obra está dominada por un severo sentido y respeto de la rea­lidad histórica. Aquí, como en Vecchio Piemonte [Viejo Piamonte], Calandra adopta el ropaje de poeta del viejo Piamonte; y si esta afición por la historia le une a los románticos, haciéndole parecer algo extraño entre el equipo de los narradores contempo­ráneos suyos, la fidelidad a ambientes y figuras de su tierra lo emparenta, aunque sea de lejos, con los realistas italianos que gustaron de anclar su arte en la limitada pero fresca y sana realidad de la vida re­gional.

D. Mattalia