[Le théâtre et son double]. Ensayo del poeta francés Antonin Artaud (1896-1948), publicado en 1938. Esta serie de artículos: «El teatro y la peste», «La puesta en escena y la metafísica», «El teatro de alquimia» y «Teatro oriental y teatro occidental», comprende sobre todo los dos manifiestos sobre «El teatro y la crueldad», que habían despertado gran expectación desde su publicación en revista, hacia 1933. En una lengua de vivo colorido, sorprendente, a menudo confusa y desgraciadamente esotérica, Antonin Artaud dio voz a una esperanza compartida por la mayor parte de los amantes del teatro en la época contemporánea: no se trata de otra cosa que de devolver a la escena su dignidad metafísica.
Es decir, que el teatro no tiene sentido sino cuando se ajusta al drama y los sufrimientos originales del hombre. Antonin Artaud reacciona contra el exceso de psicología y desea el advenimiento de un drama metafísico. Se remontará, en consecuencia, a las fuentes puras del teatro, a la tragedia antigua, a los misterios de la Edad Media, y también a las formas dramáticas del Extremo Oriente, hacia una «utilización de la magia y la brujería» en la puesta en escena. Sería preciso resucitar en el público la experiencia del terror; de aquí, por ejemplo, una sorprendente pero ingeniosa comparación entre el teatro y la peste, siendo el teatro, como una gran calamidad, «una formidable llamada que lleva al espíritu, por ejemplo, a las fuentes de los conflictos»; de aquí el gusto por lo misterioso y lo extraño por sí mismos (y tal vez podemos añadir por el melodrama): Artaud, en efecto, concede una importancia considerable, que podría estimarse excesiva, a los aspectos «físicos» de los sentimientos que el teatro debe hacer experimentar a todo espectador. Esto no afecta en nada al propósito inicial: devolver al espectáculo su dignidad religiosa.