El Mejor Mozo de España, Lope Félix de Vega Carpió

Tragi­comedia en tres actos, de Lope Félix de Vega Carpió (1562-1635), dedicada a Pedro Vergel, criado de la casa y corte de Su Majestad. La precede una entusiasta dedi­catoria, y su trama sigue más o menos los pormenores históricos del matrimonio entre Isabel y Fernando, los que fueron Reyes Católicos.

La infanta doña Isabel, a quien todos reprochan cariñosamente verla siem­pre con la rueca en las manos, se adormece escuchando a un juglar, y ve a España, enlutada, ceñida por un moro a caballo y un hebreo, «que la tienen entre los pies», que la invita a que la libere, trocando la rueca hacendosa por la espada guerrera. Despierta, y sus cortesanos le comunican que ha muerto su hermano don Alfonso y que ella debe ser nombrada heredera del trono de Castilla; mientras, su hermano el rey don Enrique deberá repudiar a su pre­tendida hija doña Juana (la Beltraneja). El rey accede a proclamarla su heredera, lo cual hace en el campo de los Toros de Guisando, después de ordenar que prendan a su esposa y a doña Juana. Exige, eso sí, que su hermana no contraiga matrimonio sin su consentimiento. Esta condición alar­ma a un fiel caballero de la infanta, don Gutierre, que parte en busca de esposo para que Isabel pueda ofrecer su descen­dencia al trono castellano.

Hay una escena graciosa entre el príncipe don Fernando de Aragón y su escudero, a la puerta de una bella — de raza no cristiana —; el príncipe quiere amores y la bella, joven hija de una adivina, le lanza por la ven­tana un papel en donde están pintadas las iniciales I y F, coronadas, una espada, y al pie mucha gente degollada. Le grita que su madre espera verle como enemigo muy pronto. Estupefacto, pero intrigado, don Fernando juega con las letras que le ofrece el papel… Entretanto, don Gutierre ha sacado del monasterio en que la prin­cesa Isabel estaba a la que será reina invencible de España, y prueba con ardides cortesanos a los que estima como posibles esposos de su reina. Cuando llega a don Fernando comprende que sólo éste la me­rece, y así se lo comunica. Parten, disfra­zado el príncipe de mozo de espuelas, y siendo, a juicio de su protector, el mejor mozo de España. Llegan a presencia de doña Isabel, que se prenda del aragonés, y contraen sus bodas. Castilla aparece para bendecir la unión: ella a caballo, y los enemigos vencidos.

C. Conde