El Leproso de la Ciudad de Aosta, Xavier de Maistre

[Le lépreux de la cité d’Aoste]. Narra­ción del escritor francés Xavier de Maistre (1765-1852), publicada en San Peters- burgo en 1811.

El autor describe sus colo­quios con un leproso (Pier Bernardo Guas­eo, personaje real) que se encontraba ais­lado en la Torre del horror [Tour de la frayeur] junto a Aosta, llamada así a causa de una supersticiosa creencia en espíritus. El enfermo se encontraba allí aislado de la sociedad, y su dura vida y el sentirse lejos de sus semejantes le inspiraban, natural­mente, el más angustioso sentido de la exis­tencia. De Maistre simula que, disfrazado de militar, durante la guerra de los Alpes en 1797, pasa accidentalmente junto a la torre, entra, y nos describe sus impresio­nes: un hombre vestido de una manera muy descuidada está en el jardín apoyado a un árbol, sumido en una profunda medi­tación. Advierte a gritos a su fortuito visi­tante que no se acerque; pero el militar, generosamente, le pide permiso para que­darse. El horrible espectáculo del rostro y los miembros desfigurados del leproso lle­nan de piedad al visitante, y entre los dos hombres se entabla un patético diálogo. El leproso habla de su vida, de sus medita­ciones, de sus ideas sobre el mundo y la civilización: simples y graves son sus afec­tos y su sencilla plegaria al Creador es como un bálsamo, por el recuerdo de Cristo, cuya imitación es alivio y redención. Do­lores, crueles delirios, sufrimientos inaudi­tos están compensados por la concepción de una ley ineludible, por una contempla­ción de la verdad. Superada la envidia hacia los seres felices y el encono y los tormentos interiores, el leproso ha conseguido pensar en la eternidad como su último refugio. Conmovido por semejante cordura, el mili­tar se despide lleno de serenidad; y el soli­tario, expresando su certeza de volverle a ver en un mundo superior, se encierra en su oscura torre.

La narración, famosa por el tema y por la atmósfera romántica que la rodea, está impregnada de espíritu hu­manitario y al mismo tiempo está construida con una claridad de expresión y de sentimientos típicos del siglo XIX. Se nota que un nuevo aliento penetra en la composición del autor del Viaje alrededor de mi habi­tación (v.). [Trad. de Carmen Palencia y Tubau (Madrid, 1921)].

C. Cordié