El Jordaan, Israël Querido

Esta novela del escritor holandés Israël Querido (1872-1932), se com­pone en realidad de un ciclo de cuatro, dos de las cuales, De Jordaan y Van Nes tot Zeedijk, aparecieron, respectivamente, en 1912 y 1915, y las otras dos algunos años después de concluir la guerra: Manus Peet en 1922 y Mooie Karel en 1925.

La ruptura entre el mundo de preguerra y el de post­guerra está claramente señalada en esta obra cíclica, cuyos dos primeros volúmenes revelan todavía la ideología propia del so­cialismo de la II Internacional, mientras las dos. últimas acusan cierto pesimismo, propio de quienes están ya de vuelta de toda ilu­sión. Este libro, que pertenece a la escuela naturalista, tiene por verdadero escenario el barrio popular de Amsterdam, el Jordaan, con el hervidero de su población de costum­bres groseras y vacías. Es una epopeya a la miserable gloria del proletariado y de las clases más ínfimas de la sociedad: ladrones, rufianes y prostitutas. El estilo es espeso y el lenguaje popular con frecuentes términos del «argot» que revelan una complacencia por lo barroco. La trama de esta obra pre­tende, en efecto, ser la traducción lírica del sentimiento popular propio de este barrio desheredado de la capital holandesa y sus héroes no intervienen sino para mostrar cada uno de sus aspectos particulares. Están allí la prostituta Corrie Scheendert, loca­mente enamorada del «guapo Carlos» (Mooie Karel), y el «filósofo» Manus Peet, ligado al personal de un lupanar de baja estofa. En torno a ellos se mueven otros tipos más o menos pintorescos y sórdidos, entre ellos Frans Leerlap, Sitjn y Neel Burk. Todos ellos, mientras permanecen en escena, viven intensamente y son presa de las peores con­tradicciones. Un demonio interior les im­pulsa a menudo al mal, pero su inclinación no es sino la consecuencia fatal de la in­digna condición de sus vidas de parias de la sociedad capitalista.

La ambición de Que­rido al escribir De Jordaan no fue ni mucho menos la de crear ideas y símbolos, sino la de abordar esas profundidades del ser humano capaces de crear las ideas y los símbolos espontáneamente. El primero de los volúmenes de este ciclo conoció el mayor éxito — siendo reeditado inmediata­mente —, pero los siguientes no fueron aco­gidos con el mismo entusiasmo.