[The Man against the Sky]. Poesías del poeta norteamericano Edwin Arlington Robinson (1869-1935), publicadas en 1916. El título del volumen es el de la última y breve composición que contiene; el poeta contempla una puesta de sol inflamada, pero entre él y el sol poniente se alza una colina redonda, alta y desnuda «como una cúpula contra la gloria del mundo en llamas», y sobre aquella colina nada más que un hombre solo que camina hacia la luz, «como si fuese el último dios que regresa a su morada / hacia su postrer deseo». Como ya lo había hecho en su poema Hijos de la noche (v.) y en sus obras sucesivas, pero con un dominio mucho más seguro y con plenitud de sus medios y de su contenido poético, en esta colección breve, pero densa, en la cual difícilmente se hallaría una página que no esté al nivel de su obra mejor, Robinson presenta figuras, ambientes, estados de ánimo, que recuerdan su tierra de origen, el Maine, y la cultura de Nueva Inglaterra. Se mantiene fiel a las formas métricas tradicionales, pero las somete y adapta a la expresión de una sensibilidad moderna, delicada y alusiva.
Alguien ha querido ver en su obra el reflejo de la crisis de la conciencia puritana de la vieja América, combatida por las nuevas creencias y la más libre sensibilidad moral de nuestros tiempos; la difusa melancolía de Robinson, su característica «reticencia», una inclinación moralizadora, casi didáctica que contenida en acentos indirectos y alusiones lejanas, han hecho que de él se diga que representa la arcilla de conjunción entre la poesía tradicional y los «imaginistas» de nuestro siglo. El volumen comienza con «Flammonde», especie de «balada» en que se describe un tipo de aventurero simpático y prudente, quien, viviendo en el pequeño ambiente de una ciudad de Nueva Inglaterra, sabía dar enseñanzas de prudencia, caridad y amplitud de opiniones morales, a aquellos hombres vinculados a una tradición más rígida y mezquina. En «Ben Jonson recibe a un hombre de Stratford», las dos grandes figuras de Jonson y de Shakespeare resaltan en perfecta presentación poética y humana. Muy notables son también «La vida suspendida», «La cabaña de Stratford», «Fragmento», «Eros Turannos» y otras composiciones.
C. Pellizzi