[Demon]. Poema del autor ruso Miguel Lermontov (Michajl Jur’evic Lermontov, 1814-1841), publicado en 1840, y escrito en 1838, durante su destierro en el Cáucaso. El asunto recuerda Cielo y tierra (v.) de Byron, el padre espiritual de Lermontov, como también lo fue de Pushkin, pero el carácter de los personajes y la atmósfera han sido profundamente transformados por el poeta ruso: el ambiente es la espléndida y salvaje Naturaleza, y la heroína una princesa georgiana. Un demonio, que deambula por la tierra, orgulloso de su soledad y de su fuerza, pero triste por no poder amar, advierte en un palacio principesco preparativos de bodas: la hermosísima Tamara espera la llegada desde regiones lejanas de su prometido. El milagro se efectúa: el demonio se enamora y hace que el novio sea muerto por los salteadores de la montaña; luego, invisible, seduce lentamente con la belleza de sus palabras a Tamara, que se ha encerrado en un monasterio. « ¿Qué hacer sin ti de esta vida eterna, de la infinita extensión de mi reino? Mi templo está vacío: faltas tú, que eres mi Dios», susurra el demonio besando con su beso de muerte a la mujer. Los ángeles acogen el alma inocente de Tamara, y el demonio se queda solo como al principio, orgulloso, triste y sin amor. En su poema, Lermontov quiso, como Byron, exaltar en el demonio el espíritu de la ciencia y de la libertad, pero el miedo a la terrible censura rusa de la época truncó la clara expresión de la intención, que apenas se entrevé. La belleza del poema reside en el ardor de vida y en la cálida y romántica sensualidad que emana de las descripciones de la naturaleza caucasiana y del gradual enamoramiento de Tamara. El idioma de Lermontov, aunque menos correcto y elegante que el de Pushkin, alcanza a menudo una musicalidad rica en resonancias emotivas.
G. Kraisky
La rapidez y la variedad de los sentimientos está controlada, en Lermontov, por la unidad de pensamiento; la agitación y la lucha de elementos contrarios pronto se funde en una única armonía. (Belinskij)
* Del poema de Lermontov deriva el argumento de la ópera lírica en tres actos Il démone [El demonio] compuesta por Antón Rubinstein (1829-1894) y representada en San Petersburgo en 1875. Justificado por el texto, el colorido oriental es frecuente en la partitura y se consigue por el recurso más o menos directo de incorporar cantos georgianos y armenios en páginas que son las más atractivas y populares de la ópera (el canto georgiano de las amigas de Tamara en el primer acto, la melodía oriental del segundo acto y sobre todo las danzas de las mujeres y la marcha de la caravana en el tercer acto: las páginas más conocidas y, asimismo, las que fueron preferidas por los «cinco» de la «Bande puissante» en la primera audición privada). El procedimiento es el de un etnografismo pintoresco completamente conforme con cuanto Rubinstein escribía frente a la actividad de los mismos «cinco»: «Me parece que el espíritu nacional del país natal de un compositor ha de impregnar siempre su obra, aunque viva en un país extranjero y hable su idioma… Pero una especie de nacionalismo premeditado está ahora de moda.
Es interesantísimo; sin embargo, en mi concepto, no puede pretenderse atraer las simpatías universales, sino sólo despertar un interés etnográfico». El juicio parte de un criterio más exacto que el del grupo antagonista, pasa por una corrupción obtusamente académica y llega en la práctica a la utilización del repertorio natural del folklore como decoración aplicada propiamente dicha (lo que resultará más sintomático en el caso de los temas rusos, por ejemplo con el aria «Quando vado in giardino» [«Cuando voy al jardín»] de la ópera posterior II Mercante di Mosca, 1880). El organismo sustantivo es la internacional de la ópera, italiana por las formas, alemana entre Brahms y Mendelssohn en la sustancia, pero con una orquesta alejada de la virtuosidad mendelssohniana tanto como de la «Bande». A ello hay que añadir personalmente la gran facilidad de inspiración, la prisa en esbozar, características de Rubinstein, prototipo del compositor-gran pianista.
E. Zanetti