Drama en cinco actos de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), escrito en 1774 y pronto difundido e imitado; se publicó en forma definitiva en 1787. Se resiente de la literatura «lacrimosa», tan cara a los enciclopedistas, y en gran parte sigue los diálogos del Padre de familia y el Hijo natural (v.) de Diderot. Para reivindicar su honor contra un provocador, Torcuato mata a un hombre en duelo y luego se casa con su joven y bella esposa. Atormentado por el remordimiento, quisiera buscar la expiación en el destierro y en la renuncia al amor, cuando la detención de su amigo Anselmo, acusado de ser el autor del homicidio, le obliga a presentarse ante el juez para salvar al inocente. En vano protesta contra una justicia que castiga por igual, lo mismo al provocado que al provocador (la tesis es ésta: en un país donde tanto se estima el pundonor, semejante paridad es absurda). Contra él se muestran irreductibles su suegro, Simón, hombre de leyes, cruel por instinto y voluble por carácter, y Justo, el juez instructor, comprensivo, pero rígido, el cual, a pesar de descubrir en Torcuato a un hijo suyo natural, lo condena a muerte.
Laura, la esposa, cuando conoce la terrible verdad, sabe comprender su amor y se afana por salvar al marido; impreca contra la justicia humana que le roba al que ama; corre al lúgubre lugar de la próxima ejecución y se desmaya antes de llegar. Pero Anselmo, que en vano ha tratado de hacer recaer la culpa sobre sí, recurre al rey y obtiene la gracia para el amigo. Abundan los ecos clásicos, en la noble contienda por el sacrificio entre Anselmo y Torcuato y en el caso del juez Justo que encuentra en el reo al propio hijo con la «deus ex machina» de la gracia soberana; la obra pierde dramatismo en la narración, y resulta un poco amanerada en el momento en que la mano del verdugo se detiene por la llegada de Anselmo con el decreto de indulto. Se ha querido ver un motivo anunciador del Romanticismo en el sentido del remordimiento que lleva a Torcuato a querer hurtarse a la justicia humana para imponerse el tormento mayor de su alejamiento de la mujer amada. Pero la gran importancia de la obra, reside en ser el primer drama español con tesis de carácter ochocentista, a pesar de que literariamente no carezca de cierto vigor dramático en los personajes de Torcuato, Laura, Justo y sobre todo en el de Simón.
E. Lunardi