Obra de Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera (1398?-1470?), publicada en Sevilla en 1498 con la única designación de Arcipreste de Talavera como autor. La obra fue conocida con diversos títulos: Vicios y virtudes de las mujeres y reprobación del loco amor, Reprobación del amor mundano y, por fin, con el nombre de El Corbacho, a causa de su innegable afinidad con la sátira de Boccaccio. Consta de cuatro partes, cada una de las cuales se resiente de la marcada influencia que ejercieron sobre ella diversas obras que sirvieron de modelo y determinaron las diferentes actitudes espirituales del autor.
La primera parte, inspirada en una obra de Gerson, es un tratado contra el amor mundano por su tendencia natural a la lujuria. La segunda, la más personal, caracterizada por una misoginia acre y al mismo tiempo divertida, es una sátira contra «los vicios y las virtudes de las mujeres» que el autor describe con sensual fruición y complacencia verbal, demostrando una minuciosa y sagaz información sobre la psicología femenina y sobre su adorno personal (vivísimas por la fuerza realista las descripciones de la mujer «vanagloriosa» durante el paseo, el tocador, etc.). La tercera y la cuarta partes están dedicadas respectivamente a la «complexión» de los hombres y su disposición para el amor, y a los escrúpulos corrientes en la época del autor.
La obra, y especialmente en su segunda mitad, que se resiente de las diversas y marcadas influencias de la literatura misógina que floreció en España sobre las huellas del libelo de Boccaccio, debe su gran importancia no tanto a la descripción feliz y llena de color de una realidad ambiental y psicológica recogida en sus más característicos detalles, sino que se debe aún en mayor proporción, a la posesión de un arte que define estilísticamente la libre facultad representativa y descriptiva que por otra parte, el autor ya encuentra en todo su apogeo en el Libro del Buen Amor (v.), pero que en El Corbacho se enriquece en formas sintácticas que pasarán luego al teatro (La Celestina, v.), y también, con mayor soltura estilística y una más cuidada vena sentimental, a la novela picaresca (Lazarillo de Tormes, v.).
C. Capasso
El Arcipreste de Talavera es el único moralista satírico, el único prosista de tipo popular, el único pintor de costumbres domésticas en tiempo de don Juan II. Su libro, inapreciable para la historia, es, además, un monumento de la lengua. (Menéndez Pelayo)