El Charlatán Maldiciente, Francesco Albergati

[Il ciarlatore maldicente]. Comedia en tres ac­tos de Francesco Albergati Capacelli (1728- 1804), el mejor entre los imitadores in­mediatos de Goldoni. Inspirada en dos comedias goldonianas, El Café (v.) y los Enamorados (v.), desarrolla con mucha gra­cia una trama simple. El conde Flaminio Rivoli, hospeda en su casa a una joven viuda, la condesa Clorinda Oronti, amada de todos, v a varios otros personajes más o menos ca­racterísticos: el marqués Alfonso Rovinati, charlatán, maldiciente y sembrador de es­cándalos, Meneguccio, músico presuntuoso y lleno de jactancia, milord Stunkle, inglés de corte goldoniano. Los ardientes amores de Flaminio y Clorinda han de sufrir vici­situdes por las malas mañas de Alfonso, quien primero hace creer a Flaminio, re­curriendo a una carta anónima, escrita por Meneguccio, que Clorinda le traiciona con el inglés; luego hace que la condesa sos­peche del amado, diciéndole que éste re­cibe mensajes secretos.

En realidad, se tra­taba sólo de una carta del conde Horacio, tío de la condesa, que anunciaba su próxi­ma llegada. Deshecho el equívoco, puestas las cosas en claro, se van el marqués, el mú­sico y la camarera Lisetta, que había te­nido su parte en el enredo y se reconcilian los enamorados. Si en esta comedia, que desde luego es la mejor de Albergati, el verdadero clima goldoniano sólo aparece su­perficialmente en algunos momentos — por ejemplo en el diálogo de los criados con que se inicia—, la acción avanza de con­tinuo cerrada y briosa, a cargo sobre todo del marqués Alfonso, en el que reaparece el goldoniano don Marzio (v.), con menor humanidad, pero con más fuerte y artifi­cioso colorido, verdadero artista del escán­dalo. Este personaje, que habla mal en sue­ños hasta de sí mismo, es uno de los más definidos entre los de las comedias post- goldonianas, aunque con cierto matiz forza­do que le coloca entre lo bufo y lo morboso.

U. Déttore