El .Canto de los Pajaros, Jannequin

[Le chant des oiseaux]. Canción para coro a cuatro voces de Clément Jannequin (que vivió en el siglo XVI durante el reinado de Fran­cisco I) sobre versos franceses que invitan a los corazones a levantarse con el canto matutino de los pájaros; fue publicado en París en 1528 aproximadamente, por el edi­tor Attaignant; contenía también la Batalla de Marignan (v.), y fue reimpresa muchas veces; está transcrita en notación moderna en la colección «Les maitres musiciens de la Rennaissance française», vol. VII (Pa­rís, 1898). El texto es de origen popular, de un género muy difundido en Francia por aquel tiempo; también fue música- do por Nicolás Combert (contemporáneo de Jannequin) con la misma melodía inicial, derivada también de fuente popular. La primera edición conocida de la pieza de Gombert es posterior a la susodicha de Jan­nequin, pero esto no excluye que pueda haber sido compuesta antes, tanto más cuanto que está compuesta a tres voces y la de Jannequin puede presentarse como una elaboración más compleja, la cual, sin embargo, tiene un sabor original y fresco. Pertenece al género pintoresco y a la vez juguetonamente amatorio, característico del Renacimiento musical francés; y, entre to­das las composiciones semejantes, ésta de Jannequin ha quedado como la más viva de las dos aunque haya en ella los acos­tumbrados trozos onomatopéyicos sobre largas retahilas de sílabas («Farirariron, ti, ti, ti, pyti, choutchi, thouy», etc. y para imitar el canto del ruiseñor: «frian, frian, frian» y para el cuclillo el acostumbrado «cucú»), con lo cual la polifonía, como en la Batalla se empobrece, hay con todo una parte, la musicalmente substancial, de un contrapunto fluido y de pura expresión idílica, que evoca el despertar de la natu­raleza expresado en el texto («Resveillez vos coeurs endormis, le dieu des amours vous sonne»). La composición está en el acostumbrado «dórico gregoriano» traspor­tado al «sol» con un «mi bemol» en la cla­ve; pero su sentido armónico tiende al mo­derno «menor». La estructura musical es estrófica: esto es, consta de la sucesión de dos períodos o pequeñas estrofas dis­tintas, la segunda de las cuales en cierto momento divaga en onomatopeyas, y des­pués se enlaza con la primera. Esta alter­nancia se repite muchas veces sobre texto diferente; la pieza termina con la repe­tición aislada de la misma estrofita.

F. Fano