El Caballero des Touches, Jules Barbey d’Aurevilly

[Le Chevalier des Touches]. Novela de Jules Barbey d’Aurevilly (1808-1889), publicada en 1864. En una tempestuosa noche inver­nal, en la pequeña ciudad de Valognes, en­tre Bretaña y Normandía, el abate de Percy tiene un misterioso encuentro, del que habla, poco después, en el antiguo palacete de dos viejas solteronas nobles, Ursula y San­ta de Touffedelys, donde están también su propia hermana y su fiel amigo, el barón Hylas de Fierdrap. Estamos en los últimos años de la Restauración, entre una familia de nobles que han sufrido y combatido todos ellos durante la Revolución y viven ya sólo de recuerdos. El abate, todavía agi­tado por el encuentro, revela que se ha encontrado con el caballero Destouches, uno de los más célebres jefes de la «chouannerie», desde hace tiempo misteriosamente desaparecido; el caballero, en estado la­mentable y evidentemente enloquecido, le había lanzado una rápida frase sumiéndose en la noche. El trágico encuentro ofrece a mademoiselle de Percy (pintoresco perso­naje de viril energía y de heroica fealdad, una de las «amazonas» de la guerrilla de los chuanes contra la Revolución) la oca­sión de narrar la famosa y misteriosa «ex­pedición de los Doce» que libertó al caba­llero y en la que tomó parte. También está presente en la narración mademoiselle Aimée de Spens, que en dicha expedición perdió a su prometido, Monsieur Jacques, y desde entonces se retiró a un convento.

En este círculo la señorita de Percy evoca con encendida y coloreada palabra los años lejanos durante los cuales, habiendo todos sus hombres perecido o marchado al extran­jero, un grupo de jovencitas nobles vivía retirado en el viejo castillo de Touffede­lys, entre los bosques y el mar, dando asilo a las bandas de chuanes que batían el campo. El más intrépido de estos desespe­rados rebeldes era precisamente el caballero Destouches, de belleza casi femenina y de legendaria crueldad, que en las noches más oscuras atravesaba el canal de la Mancha en una especie de canoa para asegurar las relaciones entre los rebeldes de Francia y los emigrados. Una mañana volvió con un compañero, de quien nunca se supo nada, a excepción de su nombre de «Mon­sieur Jacques». Entre este último y Aimée en las angustias de aquella terrible vida, surgió profundísimo el amor. Hecho pri­sionero el caballero por los soldados de la República, sus compañeros decidieron arrancarlo de la guillotina; por primera vez, en Avranches, se aprovechan de la confusión de un gran mercado y provocan en el pue­blo una verdadera batalla, pero la tenta­tiva fracasa. Por segunda vez, en Coutances, el golpe sale bien; pero en dicha segunda expedición durante la huida de la ciudad, Jacques cayó muerto y fue ente­rrado por sus compañeros en un bosque. Esta novelesca historia, tierna y atroz, está narrada con curiosa elocuencia, con fogoso vigor que recuerda las más vibrantes pági­nas del Noventa y tres (v.) de Víctor Hugo, pero distinguiéndose por una rápida ener­gía y por la viveza mordaz de un estilo con colores netos y lúcidos, sonoro y elo­cuente sin ser enfático, que son caracterís­ticas del mejor Barbey d’Aurevilly. [Trad. de Juan José Llovet (Madrid, 1920)].

M. Bonfantini