[Der hyperboreische Esel oder Die heutige Bildung]. «Drama drástico o comedia filosófica para jóvenes», como dice el subtítulo, del escritor alemán August Ferdinand Kotzebue (1761-1819), publicado en 1799. Es una de las más conocidas obras teatrales del escritor alemán, no tanto por su valor artístico, escasísimo, como por el polémico; de hecho es una sátira mordaz contra la escuela de los primeros románticos que despreciaban y a menudo punzaban a Kotzebue en sus sátiras literarias. El asunto es sencillo: el joven Karl von Berg vuelve a su familia después de los años pasados en la universidad. Ha aprendido la filosofía de Fichte, la estética de los hermanos Schlegel, la historia de Schiller: es evidente que vuelve de Jena, cuna del primer Romanticismo alemán. Cuando su madre le habla, responde con aforismos tomados de prestado a sus maestros o de la Lucinda (v.) de Federico Schlegel, que tanto alborozo había suscitado aquel mismo año por sus mezcolanzas de metafísica en las teorías sobre el amor. Las citas de Karl son anotadas por Kotzebue al pie de la página.
Karl desprecia la virtud, la religión que considera inútil, al ser él mismo un Dios, y se burla de quien crea en la existencia del diablo, invención alemana según él. Intenta poner en práctica con su prima Malchen las enseñanzas de la Lucinda, y por fin aconsejará a la novia un matrimonio «de cuatro», recordando, además del conocido aforismo del Athenáum, la vida en común de las dos parejas de los Schlegel en Jena. En política, Karl se inclina naturalmente por la revolución francesa, que los románticos habían exaltado. No encuentra sin embargo muchos partidarios y su propia prima Malchen marcha a Inglaterra para sustraerse escandalizada a sus teorías. La polémica de los románticos contra Kotzebue se desencadenó vivísima tras la publicación del trabajo: A. W. Schlegel escribió una réplica directa en la inspirada sátira del Portal de honor y Arco de Triunfo para el Presidente del Teatro von Kotzebue (1800) [Ehrenpforte und Triunphbogen für den Thaterprasident von Kotzebue], que aplaudieron incluso Goethe y Schiller.
M. A. Zaghetti