El Año Memorable de Meinrad Helmperger, Enrica von Handel-Mazzetti

[Meinrad Helmpergers denkwiirdiges Jahr]. Novela de la baronesa Enrica von Handel-Mazzetti (n. 1871), publi­cada en el año 1900. Es la primera obra de la escritora austríaca y llamó con ella la atención de los círculos católicos.

Un baro­net inglés, que forma parte del círculo de librepensadores que se reúne en torno de Toland, envía a su hijo Edwin a visitar a un amigo austríaco en Viena. Pero en el momento de la llegada del joven viajero, el amigo ha muerto y el muchacho, que haciendo ostentación de su protestantismo, se ha colocado en situación crítica, es re­cogido por el monje Heinrad Helmperger que lo lleva a un convento, donde perma­nece algún tiempo, objeto de profundo efec­to por parte del monje, pero sospechoso y duramente vigilado por el abad, que qui­siera convertirlo al catolicismo. Su natu­raleza excepcionalmente amable y su ino­cencia le salvan de todo peligro hasta la llegada de su padre, que se lo lleva a Ber­lín, donde pretende publicar una obra so­bre la «razón crucificada». Por dicho pro­pósito y por algunas imprudencias, el padre es encarcelado y como se niega a abjurar de su fe, es torturado hasta que muere. Edwin está presente en el suplicio y corre peligro de verse sometido a las mismas tor­turas; sin embargo, se salva y, aunque un diácono evangélico se ofrece a ayudarle, declara ahora que quiere volver al conven­to y hacerse católico; y el sencillo monje alcanza, con la salvación terrena y ultra- terrena del muchacho querido, la felicidad de su propia vida.

Como se ve, ya en esta obra, Handel-Mazzetti toma por argumen­to un hecho religioso, como en sus nove­las posteriores; pero éstas, en general, se refieren al período de la Contrarreforma, mientras la época de la novela es a prin­cipios del siglo XVI. También es notable en esta obra el espíritu humano de tole­rancia religiosa, que iluminará la obra posterior de la escritora católica. La cual, si fue hiperbólicamente exaltada por sus partidarios, y colocada junto a la Droste e incluso a Shakespeare, tampoco debe considerarse, como sucede a menudo por razo­nes polémicas, como carente de todo mérito literario; su único error, aunque grave, fue, según Bartels, el amaneramiento, un ama­neramiento íntimo más que externo, que radicaba quizás en una disposición dema­siado muelle ante la vida y la indujo a des­cuidar excesivamente los sentimientos y estados de ánimo, aunque en principio fue­sen sinceros.

M. Merlini