Drama en tres actos.
En el puebio de Zalamea de la Serena se alojan unos soldados durante la campaña del duque de Alba contra Portugal, al mando del capitán Lope de Figueroa. Pedro Crespo, rico campesino, aloja en su casa al capitán don Alvaro de Ataide, quien se encapricha de Isabel, la bella hija de su anfitrión. Nada conseguirá de ella, vigilada en todo momento por su padre y su hermano Juan. Cuando los destacamentos se van de Zalamea y con ellos parte Juan Crespo, que se ha alistado en el ejército, Alvaro de Ataide, con la complicidad del sargento Rebolledo y de la enamorada de éste, Chispa, rapta a Isabel y después de haber reducido a su padre se la lleva para violarla. Isabel huye y cuenta a su padre su vergüenza. Mientras Pedro Crespo vuelve al pueblo meditando su venganza, el concejo municipal lo ha nombrado alcalde. Valiéndose de su nueva autoridad manda arrestar a don Alvaro y a sus cómplices, y cuando éste se halla en su presencia le suplicará primero que se case con Isabel, pero al darse cuenta del desprecio del noble capitán, le condena a muerte empuñando la vara de la autoridad municipal. Cuando don Lope de Figueroa se entera de la condena del capitán se opone a que un capitán noble sea juzgado por un plebeyo y, ante la obstinación del alcalde, intenta que sus soldados liberen a don Alvaro, pero Pedro Crespo le presentará a don Alvaro ajusticiado ya en el garrote. A resolver el conflicto de autoridad acudirá el propio Felipe II, quien se inclina en favor de Pedro Crespo, a quien, además, nombra alcalde perpetuo de Zalamea.