Obra de Giovanni Alfonso Borelli (1608- 1679), publicada en Roma en dos volúmenes en 1680-1681, póstuma, según dice el frontispicio: De motu animalium. lo. Alphonsi Borelli neapolitani Matheseos professoris opus postumum. Romae ex Typographia Angeli Bernabò. M.DC.LXXX-M.DC.LXXXI. Puede considerarse como la obra maestra del autor, que no pudo darle la última revisión.
Borelli, que junto con Viviani fue una de las glorias de la «Academia del Cimento», cerrada prematuramente, había cultivado en ésta su talento, inclinado a las ciencias físicas y naturales, de modo que en el De motu animalium puede poner de relieve la genialidad de su mente, la sagacidad de su espíritu de observación, su habilidad experimental, su corrección de método, su ciencia geométrica y el conocimiento de la anatomía de entonces, revelándose como una de las mentes más excelsas y polifacéticas del siglo. Hechas las debidas reservas respecto a los problemas de la dinámica de los cuerpos en rotación y oscilación, todavía no bien madurados, podemos afirmar que el De motu animalium ha de considerarse fundamental para la iatromecánica en las cuestiones referentes a la estática aplicada a las articulaciones. A algunos quizá les parezca que la exposición por teoremas, escolios, etc., en forma de tratado de geometría euclidiana, es algo árida y poco apta para investigaciones de tal naturaleza, pero en aquel tiempo, y con justo criterio, los métodos deductivos de la geometría clásica servían de norma para todas las ciencias, revistiendo a sus argumentos del realismo y precisión expositiva indispensables a las ciencias positivas.
La primera parte de esta obra, «De animalium motionibus, eorumque viribus», está fechada en MDCLXXX, y la segunda (volumen segundo), en MDCLXXXI. Anexas a la primera parte van quince tablas de figuras. Empieza con una descripción de la estructura y de– la forma de los músculos, de su fuerza y de su acción, según su posición e inserción a las articulaciones con respecto a los diversos órganos del cuerpo humano y en relación al esfuerzo que han de efectuar. Vienen luego las aplicaciones al movimiento y a las posiciones del cuerpo del hombre y de los animales (pájaros, cuadrúpedos, etc.) en relación a la marcha, la carrera, el salto, la natación. Se encuentran observaciones sobre la natación y el sostenimiento de los peces, de las ranas, etc., a las que probablemente contribuyeron las experiencias efectuadas en la . «Academia del Cimento». Se exponen también los procedimientos de respiración bajo el agua y el vuelo de los pájaros. En ambos temas, lo más probable es que ignorase los trabajos de Leonardo da Vìnci. La segunda parte, «De internis Animalium motibus eorumque inmediatis causis», está dividida en 21 capítulos, con figuras anexas en una tabla al fin del texto. Trata de los temas siguientes: el modo y las operaciones mecánicas de las contracciones musculares mediante comparaciones con cuerdas, las causas de estas contracciones, los movimientos internos, como los de la sangre, el corazón, la respiración, la purificación de la sangre mediante los riñones, la generación de los animales y de las plantas, la vegetación de las plantas, la transpiración, la nutrición, el hambre, la sed, los dolores, las convulsiones, el estremecimiento y la fiebre.
Recordemos que Borelli había publicado ya en 1664 De renum usu judicium, el cual, junto con la Fuerza de la percusión (v.) y con el De motionibus naturalibus a gravitate pendentibus (1670), pueden considerarse necesarios para la comprensión del De motu animalium, el cual adolece de la falta de un último retoque de manos del autor, y cuya publicación, a falta de un impresor que quisiese imprimirla a su cargo, fue posible gracias a la ayuda económica prestada por Cristina de Suecia. El texto fue revisado por el P. Carlo Giovanni Pirroni di Gesù, prepósito general de las Escuelas Pías, donde Borelli vivió sus últimos años enseñando matemáticas a los jóvenes escolares. El fundamento mecánico y matemático de la obra es indicado por el propio Borelli en la dedicatoria a la reina Cristina, con estas palabras: «Cum enim Animalia corpora sint, et eorum vitales operationes aut sint motus, aut non sine motu peragi queant, sintque corpora, et motus, subiectum Mathematicae, erit talis scientifica contemplatio prorsus Geometrica. Pariterque animalium operationes fiunt a causis, et instrumentis, et rationibus mechanicis, nempe libra, vecte, troclea, tympano, cuneo, cóclea, etc. Cumque scientifica cognitio harum sit prorsus Geometrica, verum erit, quod Deus in constructione organorum Animalium Geometriam exercet, et nos in earum perceptione Geometría indigemus, quae est unica, et adaptata scientia, ut legi possit, et percipi Codex divinus in animalibus conscriptus». En conclusion: en esta obra, Borelli superó cuanto los antiguos, de Aristóteles en adelante, habían escrito sobre el mismo asunto, solventando dificultades hasta entonces ni imaginadas. También debió mucho al gran duque Fernando II, que le suministró los animales necesarios para los experimentos.
P. Pagnini