[Dal giardino all’lsonzo]. Obra de Fernando Agnoletti (1875-1933), publicada en 1918 y reimpresa póstuma con otras páginas de guerra en 1937. Se trata del documento más representativo del fervor nacionalista de Agnoletti: desde la campaña garibaldina de Domokos (1897) a su período de enseñanza en Glasgow y al himno triunfal de Trento y Trieste. La obra es un conjunto de bellas páginas, unidas por un fondo humano que quiere ser generoso y «antiburgués»: aun abandonándose al encanto de la naturaleza y a la nostalgia de los recuerdos, el escritor no aspira a esteticismos, sino a conquistas morales. Así lo afirma, definiendo su actitud de literato y de educador. Pero el libro resulta fragmentario, y, aunque ligado a un momento particular de la literatura contemporánea (v. «La Voce»), no deja en claro las actitudes más profundas de la humanidad de Agnoletti, sino que pone en oposición sus deseos polémicos y su sueño de paz. En realidad, el influjo de Pascoli y de Carducci se deja sentir en el autor de friodo singular, sugiriéndole casi paso a paso motivos y recuerdos literarios.
La obra ofrece cierta apariencia de antología debido al tenue hilo que une las páginas entre sí. Junto a violentas manifestaciones polémicas contra la política neutral del gobierno italiano en 1914-15, la obra recoge delicadísimas páginas con impresiones de la naturaleza, amor a la humanidad, sufrimiento por los males del mundo. Entre el jardín (que, juntamente con su hijo, le es más caro que ninguna otra cosa) y el Isonzo, está suspendida la vida del artista: voluntario, siente en la guerra vaticinada todo el valor de su afecto por Italia; y las mismas evocaciones, a veces despreocupadas y sonrientes, se formulan en un suspiro con regusto de elegía. La gesta guerrera, la vida de los humildes soldados alpinos, los sufrimientos de tantos meses de trinchera y de enfermedad se ofrecen al alma del lector envueltos en un halo de fábula. Como ya es característico en Agnoletti, el movimiento narrativo se hace a base de leves toques impresionistas, y ofrece más que el hilo de una narración, la atmósfera de un idilio hecho de sentimientos y de musicalidad. Las páginas sobre Ferrara, con una difusa gracia a lo Ariosto, se unen a la conmovida visita a la casa paduana de Cesare Battisti, con los recuerdos de los soldados muertos en el asalto; sobre todo ello flota un nostálgico mundo de evocaciones, en tanto que la naturaleza apasionada y con frecuencia agitada del patriota, parece no hallar freno en la lucha polémica ni en la invectiva.
C. Cordié