[De inventione dialéctica]. Publicada en 1480, es la obra más conocida del humanista holandés Rodolfo Agrícola (Roelof Huysman, 1442-1485). El autor, que estuvo en Italia, donde estudió en Ferrara, al entrar en contacto con los ambientes humanistas italianos, se convirtió en difusor de la nueva retórica. Y, en efecto, se propone ofrecer un tratado del arte oratorio donde sea puesta en primer plano la preocupación, no por la investigación de la verdad, sino por la eficacia persuasiva del discurso. Distinguidas las artes lógicas en gramática, dialéctica y retórica, a la dialéctica corresponde construir un discurso que enseñe, pero también que conmueva y deleite; la obra, pues, insiste sobre todo en estos aspectos más propiamente retóricos. Refiriéndose a los Tópicos (v.) de Aristóteles, pero más aún a Cicerón, y, entre los modernos, a las Disputaciones dialécticas (y.) de Valla, Agrícola hace consistir el problema lógico en la construcción de discursos que demuestren de modo persuasivo, reduciendo en el fondo la invención dialéctica a una técnica del decir, a un arte suasorio. La obra está dividida en tres partes: en la primera, con notable espíritu de independencia respecto a Aristóteles, se trata de los «lugares».
Como el cazador y el pescador no proceden al acaso sino que van a ejercitar su pericia en lugares determinados donde hallen más fácilmente la presa, así el dialéctico necesita de una sistemática distribución de los conceptos y de sus conexiones para poder sacar de ellos fácilmente las argumentaciones necesarias. En realidad, no se puede hacer corresponder a cada término otro término cualquiera, ni a cada exigencia cada discurso; es menester, pues, distribuir la infinita riqueza de los términos en clases, que son precisamente los lugares de los que es menester tomar, como en cofres, el material de las demostraciones. El libro segundo trata, en particular, de la dialéctica propia y verdadera como arte de argumentar, con inspiración más ciceroniana que aristotélica, mirando el autor de precisar el uso de los términos en el discurso. Como las buenas armas no sirven a quien no sabe manejarlas, así el disponer de muchos términos no sirve a quien no posee el arte de encadenarlos al discurrir. El tercer libro, en fin, muestra como para nada sirve el hablar que no excite los sentimientos y no domine la voluntad de los oyentes. El escrito de Agrícola, que fue muy alabado hasta por Melanchton, es característica expresión de la tendencia retórica del movimiento humanístico, destinado a degenerar en la pedantería, tendiendo a reducir la lógica al puro arte del decir, y siguiendo el ejemplo dado por los literatos y los gramáticos.
E. Garin