[Crónica volgare]. Esta Crónica„ que fue atribuida a Piero di Giovanni Meinerbetti, tomada de un códice Laurenziano. fue impresa por vez primera en 1770, formando parte, en el volumen segundo, de los apéndices a la colección de Muratori.
El autor es, sin duda alguna, contemporáneo de los acontecimientos (1385-1409); tal y tanta es la segura precisión de los hechos, de los detalles y de las fechas, así como el relieve de las personas. Los motivos que le indujeron a escribir, él mismo los señala: «Es que a mí me deleita razonar sobre las cosas y los hechos acaecidos y de los que tuvieron lugar en mis tiempos, y me satisfizo siempre hablar de ellos… Pero hoy, tengo tan floja la memoria, que las cosas que me entero que ocurren en algún lugar, apenas si las retengo más de un año en mi mente… Y por ello me he propuesto recordar, para mí solo, las cosas que oigo que ocurren… siquiera para poder leerlas.» Son, por lo tanto, más que una crónica, unos anales, ya que el autor, ante la seguridad de retener en su mente las cosas oídas o vistas, durante un año, al menos, las ha dispuesto año por año, de forma que cada uno viene a ser como un libro. Su verdadero campo de observación fue Italia y Europa; el punto de referencia y de coordinación fue Florencia. La política florentina proporciona valor y sentido a los acontecimientos de la península italiana, así como a los de Francia, Inglaterra, Cataluña, Alemania y Hungría.
La vida de Cario di Durazzo, su coronación como rey de Hungría y su trágico fin, cobran sentido ante la orientación antiaviñonesa y antiangevina de la política florentina en el reino de Nápoles; así como las «ausencias» mentales del enfermo Carlos VI de Francia, la recíproca emulación de los duques de Orlens, de Borgoña y de Borbón, para asegurarse la regencia, así como las victorias o los desastres de la famosa Guerra de los Cien Años, no son sino obstáculos o rémoras para la coalición contra Visconti, en la que Florencia aspiró a interesar a todas las potencias europeas. Esta visión orgánica del mundo político europeo permite que, en torno a los acontecimientos que tienen mayor repercusión y alcance, la mente del autor ordene, con facilidad y naturalidad, un cúmulo de acontecimientos de segundo orden, que vienen a ser concomitantes o efectos de aquéllos. La conciencia de escribir para sí mismo, si ha restado al autor toda preocupación estilística, agudiza por otra parte su deseo de sinceridad; de modo que, en muchas de sus páginas, la vivaz habla florentina de la segunda mitad del siglo XIV, se muestra en toda su gracia. La Crónica fue objeto de una reciente y cuidada reimpresión por parte de la nueva edición muratoriana (1905-1918).
G. Franceschini