[Chronica]. Obra histórica de Sulpicio Severo, nacido en Aquitania hacia el año 360.
La Crónica, en dos libros, comprende la historia del Cristianismo, desde la creación del mundo hasta el consulado de Estilicón en el año 400. El autor declara en el prefacio que la dedica a los literatos cristianos que aún no conocían el Cristianismo, para informarles, y sobre todo, para animarles a estudiar en los textos originales las doctrinas cristianas. Los hebreos son considerados en ella como los precursores de los cristianos. En la relación de los hechos narrados en el Antiguo Testamento, Sulpicio ejercita su crítica sobre todo en las cuestiones cronológicas, para cuya resolución se sirve también de los testimonios de escritores profanos. Por la brevedad de su narración, Sulpicio no refiere los hechos narrados en el Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles, sino que, después de haber hablado de Cristo, cuyas fechas de nacimiento y muerte establece, pasa a narrar las persecuciones sufridas por los cristianos bajo Nerón y sus sucesores, la victoria de Constantino, de Santa Elena y la invención de la Santa Cruz, y, finalmente y con mayor riqueza de detalles, trata de los hechos más próximos a su tiempo, como la lucha contra el arrianismo y los priscilianos.
Tiene constantemente presente su fin histórico y excluye todo lo que no tenga relación con él. Esta Crónica de Sulpicio debe relacionarse con los muchos breviarios de historia usuales en su tiempo, por ejemplo con los breviarios de Eutropio y Festo, pero, en cuanto al estilo, es muy superior a los epítomes del tiempo; el autor tuvo como modelo a los historiadores más ilustres, como Salustio, Tácito, Livio, Veleyo Patérculo, y revela una fuerte personalidad en la forma, a veces demasiado seca y concisa, completamente libre de la pesadez retórica que el exceso de ornamentos hace frecuentísima en los historiadores galos. La Crónica, bien conocida también por Gregorio de Tours, a diferencia de las otras obras de Sulpicio, no alcanzó difusión en los tiempos medievales, llegando en un solo manuscrito al Renacimiento, durante el cual fue, por el contrario, muy conocida y apreciada y, con sus otras obras, mereció a su autor, por parte de Scalígero, la calificación de «ecclesiasticorum purissimus scriptor».
E. Pasini