[Adversus Praxeas]. Tratado polémico de Quinto Septimio Florencio Tertuliano, apologista africano que vivió entre la segunda mitad del siglo II y principios del III. Fue escrito, según explícito testimonio del autor, cuando éste ya se había convertido a la herejía montañista, entre 217 y 222. A Práxeas le reprocha Tertuliano dos culpas principales: por una parte el haber llevado a Roma desde Asia Menor, de donde era originario, la herejía patripasiana, que identificaba al Hijo con el Padre, difundiéndola luego por el África septentrional; por otra, había disuadido al obispo de Roma de reconocer las profecías de Montano, creando así el cisma del cual el mismo Tertuliano fue un exponente insigne. De aquí el odio personal que Tertuliano alimenta contra Práxeas y que es el motivo que explica el tono áspero y violento de la obra. Práxeas formó parte de los iniciadores de la secta de los patripasianos que más tarde tomó el nombre de sabelianismo, por el más insigne de sus representantes, Sabelio, y obtuvo una amplia difusión en Oriente y en el África septentrional: afirmaba que Cristo no es más que una «modalidad» del Padre, negando de esta manera el dogma de la Trinidad.
Tertuliano asume una decidida posición en favor de este último, y es más, es el primero que usa con exactitud términos como «trinidad», «sustancia», etc. Su refutación está caracterizada por una viva mescolanza de argumentaciones personales y doctrinales: Tertuliano reprocha a Práxeas la volubilidad con que ha vuelto a la predicación de la herejía, después de haber hecho pública retractación de sus doctrinas; respecto al dogma trinitario, afirma que el Verbo estaba en Dios, que fue revelado completamente con la creación, y ha ejercido su acción por la salvación de los hombres: una identidad fundamental de sustancia une las tres distintas personas de la Trinidad: verdad aceptada por la razón, confirmada por la Escritura, y probada finalmente por la misma muerte de Cristo. En el tratado Contra Práxeas encontramos de nuevo la lógica ceñida, el realismo histórico, con que aduce siempre el testimonio concreto de documentos, el espíritu mordaz, combativo, personalísimo, de Tertuliano. Éste tuvo una gran importancia para la determinación y la difusión en Occidente del dogma trinitario.
E. Pasini