[Songs of Innocence]. Volumen de poesías de William Blake (1757-1827), publicado en 1789 con el sistema inventado por él de imprenta miniada (illuminated printing), según el cual el texto y las ilustraciones circundantes (algunas de éstas de una deliciosa lozanía, superiores como expresión artística a las mismas poesías) eran transcritas del revés sobre planchas de cobre, con una substancia inatacable por los ácidos; las planchas eran luego sometidas al aguafuerte y después se imprimían las copias que el artista pintaba delicadamente a la acuarela. De las breves poesías contenidas en »el volumen es muy célebre «El cordero» [«The Lamb»]. Los Cantos de la experiencia [Songs of Experience], publicados con el mismo sistema en 1794, fueron recogidos por el autor en un solo volumen junto con los de La inocencia, con los cuales estaban en antítesis, bajo el título Cantos de la inocencia y de la experiencia, mostrando los dos estados contrarios del alma humana [Songs of Innocence and of Experience, Shewing the two Contrary States of the Human Soul]. Entre los Cantos de la experiencia es famoso «El tigre» [«The Tiger»]: « ¡Tigre! Tigre ardiendo espléndido / En los bosques de la noche, / ¿Qué inmortal mano u ojo / Formó tu tremenda simetría? / ¿En qué cielos o abismos lejanos / Ardió el fuego de tus ojos?». «Cuando los astros lanzaron sus dardos / E inundaron el cielo de lágrimas, / ¿Sonrió Él al mirar su obra? / ¿Te hizo El mismo que hizo al Cordero?». En la «Rosa enferma» [«The Sick Rose»] se canta el egoísmo del amor; el «Girasol» [«Ah! Sunflower»] es el símbolo del eterno anhelo insatisfecho. Las poesías de Blake son expresiones de un artista dotado de una capacidad de alegría, de un sentido de inocencia de eterno muchacho; desiguales como las efusiones de los místicos, no encuentran paralelo en otras composiciones literarias como no sea alguna vez en las poesías («songs») isabelinas.
M. Praz
No como profeta, sino como artista cosecha Blake los más elevados honores y su fama más imperecedera. Pese a su odio hacia el «universo vegetal», sus poemas poseen la espontánea calidad de los objetos naturales; más son una ola celeste que una ola humana. Amén de esto, poseen las dos características más obvias de la naturaleza: belleza y poder. (Strackey)
En el inocente mundo de Blake no hay pathos; es un indígena del lugar y ninguno de dichos indígenas se sienta aparte para meditar y glosar. No hay en él humor: la única risa que pueda oírse en ese paraíso es la risa de los bosques, de los riachuelos, de las cigarras y de las dulces y redondas bocas de los niños. (Raleigh)
Qué luminosidad difusa, qué mezcla de colores, qué rapidez de números y qué facilidad de mitos, con los significados que se transparentan como detrás de un velo de ensueños, alguna vez rasgado por un inesperado realismo polémico. (E. Cecchi)