«Ilustración de la paradoja o tesis de que el suicidio en sí no es esencialmente culpa, de que nunca puede serlo» de John Donne (1573-1631), compuesta en 1608; pero no publicada hasta después de su muerte, en el 1644. Testigo de la trayectoria de un alma, que, buscando la gloria en las aventuras militares y amorosas, se había visto obligada a hacerse cortesana y a la que las desventuras y enfermedades habían reducido a la postración, caída por fin en profunda irreligiosidad (justamente por los años en que Donne ponía su pluma al servicio de las polémicas anticatólicas), Biathanatos constituye en realidad un intento de librarse de la obsesión del suicidio, proyectándola fuera de sí y contemplándola como objeto de tesis y examen, gracias al poder catártico del arte. «Cuando a veces algún afán me asalta, creo tener en las manos la llave de mi propia prisión, y ningún remedio se me presenta tan eficaz como mi propia espada»;. es el mismo concepto que domina en el conocido pasaje de Séneca: «¿Ves aquel abismo, ves aquel árbol?… Allí está la libertad», que es el fundamento de todo el libro, pues ya en el prólogo del pequeño tratado, el autor declara que la idea del suicidio se le hizo tan familiar, que lejos de resultarle repugnante, le atraía. Pero, en realidad, la meditación sobre el suicidio se pierde después en argumentos sofísticos y en divisiones y subdivisiones escolásticas. Se diría que, en la propia contemplación sutilmente analítica de la muerte, Donne trata de olvidarla para interesarse por la vida. Pero, de todos modos, la muerte continúa siempre a su lado- como una hermana dispuesta a preparar un reposo para sus males. Más tarde, recuperado el sentimiento religioso, detestó su propia obra, y estuvo a punto de quemarla. «Fue Jack Donne quien la escribió, no el doctor Donne». Pero la muerte será también la inspiradora del poeta en los Sonetos Sacros (v.) y en el Duelo de muerte (v.).
G. Pioli