Seudónimo del escritor chileno José Joaquín Vallejo (1811-1858). Es el principal de los costumbristas de su patria en el siglo XIX y se dio a conocer como periodista en una hoja de combate titulada Guerra a la tiranía, que apareció en agosto de 1840. Más tarde fundó el periódico El Copiapino, en su ciudad natal. Fue elegido diputado por el departamento de Huasco. No se lució en el Congreso, Su renombre se debió a los cuarenta artículos de costumbres que dio a luz, entre 1841 y 1847, en El Mercurio de Valparaíso, El Semanario de Santiago y El Copiapino. Ahí luce su gracejo criollo, su estilo desembarazado y castizo y el gran poder de observación de su pluma. Tipos y costumbres nacionales son evocados por Jotabeche con vigor, realismo y sano sentido del humor. A pesar de haber vivido en pleno período romántico no adhirió a esta escuela literaria y combatió a los emigrados argentinos que encabezaba Domingo Faustino Sarmiento.
Son inolvidables sus estampas de los mineros de Chanarcillo en Copiapó, y sus cuadros satíricos «El provinciano» y «El provinciano renegado». Se ha discutido si es o no discípulo de Larra, pero su obra no deja de exhibir la huella del genial español, a pesar de que Vallejo, por primera vez en Chile, enfocó directamente la realidad nativa sin la amargura de Fígaro, ni con su genio, pero con sano espíritu y vigor en el diseño de sus bocetos descriptivos. En 1852 fue elegido diputado gubernativo por Cauquenes; pero no sirvió el cargo, y se le nombró diplomático en Bolivia, donde permaneció cuatro meses en La Paz. Al volver a Chile se consagró exclusivamente a los negocios y a la apacible vida familiar. Su influencia en los costumbristas posteriores es indiscutible y sus obras completas aparecieron en 1847.
R. A. Latcham