Diálogo atribuido a Platón (427-347 a. de C.), pero ciertamente apócrifo y de fuente sofística. Sísifo se excusa con Sócrates de haber faltado el día anterior a una reunión, porque tuvo que asistir a una reunión de magistrados para efectuar deliberaciones importantes. Esto da ocasión a Sócrates para iniciar una discusión acerca de la deliberación. Sócrates presenta la idea de que la deliberación es una especie de adivinación del porvenir, esto es, de una cosa que no conocemos, por el hecho de que no es todavía; por lo tanto sólo por casualidad se podría llegar a la verdad. Sísifo quiere combatir esta opinión extrema: no se delibera acerca de una cosa completamente desconocida, sino que se intenta desarrollar oportunamente conocimientos aproximativos e imperfectos para saber lo que conviene hacer.
La deliberación se podría identificar, pues, con la investigación; el único obstáculo para ello es la ignorancia: para deliberar, es necesario primero saber; en otro caso los deliberantes pierden el tiempo: mejor hubieran hecho remitiéndose a una persona competente. Si se admite que la deliberación equivale a un conocimiento real, es menester admitir que hay personas competentes y otras incompetentes. Pero tanto unos como otros tienen por objeto lo futuro, es decir, lo que todavía no es: ¿y cómo se puede investigar lo que no es? Luego se desvanece también la diferencia entre competentes e incompetentes. El diálogo se cierra de este modo sin haber llegado a una conclusión positiva. Todo en él es débil, sin relieve: se perciben influencias platónicas (Eutidemo, v.), pero su procedimiento es sofístico y sus resultados inconsistentes.
G. Alliney