[Grundriss der ersten Logik, gereinigt von der Irrtümem der bisherigen Logik, besonders der kantischen]. Obra del filósofo alemán publicada en Stuttgart el 1800, que si, por su forma abstrusa y difícil, ha ejercido escasa influencia, representa un interesante documento histórico sobre la tendencia a superar el elemento fenomenista del pensamiento kantiano. Así, mientras hace referencia a la tradición racionalista, preludia ideas y motivos que habían de lograr un mayor y más genial desenvolvimiento en Schelling y Hegel. El trascendentalismo kantiano es el análisis del proceso de la conciencia, que de la mera aprehensión sensible, a través de la organización del dato o elemento en la forma pura de la intuición (espacio y tiempo), en la categoría del intelecto y en la idea de la razón, se eleva hasta una visión racional del todo.
Pero este mismo proceso no se justifica, según Bardili, más que admitiendo que la razón, tal como se desarrolla en la conciencia humana, tiene su fundamento en una razón universal que penetra y determina lo real y llega a hacerse consciente y segura de sí. En tal razón universal, lo objetivo y lo subjetivo, cuya polaridad determina la parcialidad y problematicidad del conocer, alcanzan el plano de su unidad indistinta y el conocimiento encuentra en ella el plano de su verdad. La Lógica, como teoría de la razón pura, en cuanto ésta constituye el principio constructivo de lo real es, al mismo tiempo, ontología, teoría del ser como vida universal, en la que todos sus aspectos y las formas existentes tienen su fundamento en la ley de su desenvolvimiento y de sus relaciones.
El hombre que penetra en tal orden cósmico, es como el fuego central, ya que en él la vida universal y el sentimiento vital que invade a todos los seres se elevan a personalidad individual; las leyes naturales que gobiernan aquéllas se definen como leyes de coordinación de su pensamiento, y la razón cósmica se aplica en su libertad como autoconciencia infinita. El ser humano tiene su destino y su significado en este plano — que caracteriza su vida espiritual — entre la determinación personal y la autoconciencia racional. En él, la individualidad que es principio de limitación, de oscuridad y error, se convierte en principio de libertad, de espiritualidad y de verdad.
A. Brambilla