Es el octavo libro del Antiguo Testamento (v. Biblia). La vida de la nuera de Noemí, narrada en cuatro capítulos en este libro, podría servir como introducción a los libros de Samuel (I, II de los Reyes, v.), pues hablan de los orígenes de la estirpe davídica.
Si la historia del último juez, Samuel, es algo menos consoladora, la de Ruth, que se relata inmediatamente después, es toda una edificación para los humildes y los que padecen. Ello sucede en la época de los Jueces. Elimelech, bethlemita, obligado por una carestía, ha emigrado a tierra moabita con su esposa Noemí y los dos hijos varones Mahalón y Quelión, los cuales, llegados ya a la edad adulta, se han casado con dos jóvenes de Moab (región al este del mar Muerto), con Orfa el primero y con Ruth el segundo. Pero Elimelech y los dos jóvenes mueren, y la anciana Noemí resuelve regresar a su patria, no llevando con ella más que duelo y amargura; pero Ruth, que no es hebrea, tanto insiste que consigue hacerse su compañera. Ruth, modelo de piedad filial, ejerciendo un derecho concedido a las viudas, a los extranjeros y a los pobres, se sustenta recogiendo las espigas olvidadas por los segadores; la breve descripción de este su humilde trabajo tiene, en el texto, una profunda poesía. Ella conoce al honrado Booz, un rico pariente suyo, hombre de fe y de trabajo.
Los sentimientos de ambos permanecen en el silencio de sus almas, pero Noemí provee juiciosamente; hace recordar a Booz su parentesco y él, conformándose a la ley del levirato, consiente en casarse con la joven Ruth, que llegará a ser así antecesora de David. Esta indicación genealógica es también uno de los objetos del libro. No se puede determinar la época precisa en que ocurrieron los hechos narrados en Ruth, ni sabemos quién fue su autor. Su estilo no se asemeja ni al del libro de los Jueces (v.) ni al de los dos primeros libros de los Reyes. Muchos lo han atribuido a Samuel, pero sin pruebas. Probablemente fue escrito poco tiempo después de la muerte de David, porque la genealogía final se detiene al llegar a este rey. El libro de Ruth, aparte su valor de libro inspirado, nos hace penetrar en la vida íntima de una familia bethlemita. Y es un idilio de incomparable frescura, de gracia exquisita, de toques delicadísimos. Noemí, toda encerrada en su soledad de viuda, mujer fuerte, juiciosa y prudente; Booz, hombre de fe, diligente en el cultivo de los campos, amable para sus sirvientes y para los extranjeros; Ruth, generosamente devota a su suegra y a la memoria de su esposo, de tan sencilla modestia, de tan candorosa docilidad, llena de profundos silencios, son figuras de elemental y sana solemnidad, contempladas con sensibilidad finísima.
La extranjera adoptada por el pueblo de Jahvé y destinada a ser antecesora del Mesías, puede ser aproximada a distancia de siglos, a aquella que será su Madre. Goethe llamó a este libro el poema más delicioso que nos ha transmitido la musa de la epopeya y del idilio.
G. Boson