Tratado en tres libros de San Basilio de Cesarea, llamado el Grande (329-379), obispo de Cesarea, en Capadocia desde el 370, venerado por la Iglesia ortodoxa como uno de los «Grandes maestros ecuménicos». El tratado Contra Eunomio, compuesto entre el 363 y el 364, es la obra más antigua de S. Basilio llegada hasta nosotros. Va dirigido a la confutación del Apologético del propio Eunomio, obispo de Cizico en 360, pronto destituido con acusación de herejía, en el cual se exponían con lógica y estilo estrictos y concisos los principios arríanos acerca de la unidad de Dios y la diversa naturaleza del Hijo y del Espíritu Santo. S. Basilio refuta punto por punto la demostración de Eunomio, basándose en la doctrina de Atanasio, y trata, particularmente en el primer libro, de la unidad divina; en el segundo, de la naturaleza del Hijo, y en el tercero, del Espíritu Santo.
Aunque no añade mucho nuevo a los conceptos tradicionales, su demostración se caracteriza por un particular buen sentido y por la moderación que le hace aceptar lo generalmente reconocido. S. Basilio considera la razón humana, en la cual sobre todo se funda Eunomio, como a menudo impotente para penetrar los misterios de la religión. Son notabilísimos el estilo y lenguaje de este tratado: animado por el calor de una convicción profunda, S. Basilio sabe hacer estricta su demostración y se remonta en algunas páginas — como cuando, al final del primer libro, explica la imposibilidad de comprender la universalidad divina con la razón humana — a la altura de los grandes prosistas clásicos, como Demóstenes y Platón, de los cuales era lector asiduo. También su lenguaje es puro, dados aquellos tiempos, y, en general, S. Basilio consigue mantenerse libre del formalismo retórico que caracteriza la literatura de la época. La confutación de la herejía de Eunomio fue continuada por el hermano del Santo, San Gregorio de Nisa (s. IV) con una serie de libros Contra Eunomio compuestos en épocas sucesivas, en respuesta a distintas obras de Eunomio. El mérito de S. Gregorio, que no añade nada particularmente interesante, estriba en habernos conservado muchos trozos de las obras de Eunomio.
C. Schick