[Trésor de fèves et Fleur de pois]. Es uno de los más conocidos cuentos de Charles Nodier (1780-1844). Tesoro de Habas es un niño muy chiquitín: armado sólo de tres cuartillos de habas que le han dado sus padres adoptivos, anda por el mundo y las regala por bondad, la primera al búho, la segunda a la cabrita y la tercera al lobo, quienes consiguen conmoverle, engañándole.
Luego encuentra a la princesa Flor de Guisante encerrada en una carroza hecha con un garbanzo. Libera de la prisión a la princesa y le regalan la carroza junto con una maleta hecha de una vaina y que contiene tres guisantes maravillosos. Deseando tener un refugio para pasar la noche, Tesoro de Habas siembra un guisante y surge un magnífico pabellón. Durante la noche lo asaltan los lobos; sembrando otro guisante, surgen las defensas. Pero por la mañana, al despertarse y ver su imagen reflejada en un espejo, Tesoro de Habas se da cuenta de que ha envejecido seis años; se desespera pensando que entre tanto sus padres adoptivos pueden haber muerto y, lanzando a lo lejos el tercer guisante con gesto desolado, cae desmayado. Al volver en sí se encuentra en una amplia llanura, junto a su campo engrandecido y su casa embellecida.
Los padres van a su encuentro; los abraza y quiere acompañarlos al maravilloso pabellón surgido en virtud del guisante mágico. Allí encuentra a Flor de Guisante transformada en una muchacha normal; se celebran las bodas entre ambos jóvenes y Tesoro de Habas, premiado por su bondad, vive feliz con su esposa en aquel país donde no se envejece ni se muere. Esencialmente francesa en el ingenio y la gracia de los episodios y el estilo, esta narración carece, por otra parte, de la profundidad de significado que constituye la característica de los famosos Cuentos (v.) de Andersen.
P. Giülini