[Genealogía de los dioses]. Poema mitológico de Hesíodo (hacia el siglo VIII a. de C.), de mil veintidós hexámetros, que pretende dar una ordenación razonada de la multitud de dioses que llenan los mitos helénicos.
Aunque, en una materia tan vasta y a menudo incoherente, el orden introducido por el poeta no sea siempre claramente perceptible, cosa que indujo a los críticos a hablar de trasposiciones e interpolaciones, sin embargo, el diseño general es bastante manifiesto, y corresponde en sustancia al pensamiento de Hesíodo, como aparece también en su pequeño poema Los trabajos y los días (v.). Después de un amplio proemio, en el que el poeta celebrando a las Musas se nombra a sí mismo, se cuenta cómo del Caos originario surgieron el Erebo (el Orco) y^ la Noche, y después el Éter y el Día; cómo de la Tierra nacieron Urano (el cielo) y el Mar, y de Urano la familia de los violentos Titanes, el último de los cuales, Cronos (Saturno, v.) mutiló a su padre y reinó sobre los demás dioses, hasta que fue a su vez destronado por su hijo Zeus (Júpiter, v.).
El tránsito del dominio de los Titanes a la monarquía de Zeus es ideado por el poeta como el tránsito del mundo de la violencia y del desorden al del orden y de la justicia. La descripción grandiosa de la lucha de Zeus contra los Titanes rebeldes, seguida de una redistribución de las potencias celestes y terrenas entre los dioses leales, pone el sello al nuevo estado de cosas En torno a las divinidades mayores se mencionan las divinidades menores, a veces con simples series de nombres, como en un árbol genealógico. Finalmente se hace mención de la unión de los dioses y diosas con los mortales, de las que nació la estirpe de los Héroes, dando origen al ciclo de los mitos tratados por los poetas épicos. El pesimismo hesiódico tocante a la suerte humana halla expresión en el mito de los japétidos Prometeo y Epimeteo, y en la creación de Pandora (v.), la muchacha que Hefesto formó de tierra en figura de bellísima y casta virgen, de la que sin embargo había de venir a los mortales toda suerte de infortunios.
Por otra parte, la fe en un orden universal y el esfuerzo para encontrar en la voluntad divina una más profunda justificación de las contradicciones y de las injusticias observadas en el mundo por la común experiencia, confieren a ese pesimismo un fondo religioso que lo limita y redime. Así Hesíodo dio expresión, ya en los comienzos de la cultura griega, a una corriente de pensamiento que seguirá siendo fundamental en los filósofos y poetas de las épocas sucesivas.
A. Brambilla
[La poesía hesiódica] severa, a menudo árida y salvaje… no pretende ser nunca pura representación, gozar ni hacer gozar de sí misma, pero, preocupándose poco de la narración, se preocupa más de enseñar y de recopilar hechos. (F. Schlegel)