Los Tres Reyes con Gelsomino, Bufón del Rey, Alfredo Panzini

[I tre re con Gelsomino, buffone del re). Novela de Alfredo Panzini (1863-1939), compuesta entre 1920 y 1926 y publicada en 1927. En las ediciones sucesi­vas el título aparece abreviado en el de Gelsomino buffone del re, que no responde tan bien a la naturaleza y contenido del li­bro, que son abiertamente de cuento fan­tástico.

Gelsomino, ingenuo pastorcillo que ha llegado por casualidad singular a la cor­te del viejo rey Eugenio, más que actor o protagonista, es espectador de los episodios narrados; un espectador en cuyo ángulo visual se complace a menudo situarse Panzini para graduar maliciosamente las sor­presas, las maravillas y los enredos de su fábula. Ésta nos cuenta cómo un día, a aquel reino encantado fuera del tiempo, en una especie de siglo XVIII arcádico y ga­lante, y en presencia de aquel rey tiránico y patriarcal, llegan, en zumbador automóvil, embajadores del vecino país de la Libertad para conminar en nombre de su señor, el Incorruptible, a la rendición incondicional. El propósito del rey es el de resistir, de combatir; pues aunque el poder del país de la Libertad es desmesurado, él quiere por lo menos morir como rey, como mandan las leyes de la tradición, del honor y sobre todo la fe en Dios.

Pero una conjura palaciega, a la que no son extrañas la propia reina ni la Infanta Violante, habría frustrado aquel propósito, si, con hábil estratagema, no hubiese venido en ayuda del rey su más fiel colaborador, el Justicia mayor, el cual, aprovechando su parecido con él, lo sus­tituye en el trono y despide a cajas des­templadas a los embajadores, después de haberlos obligado a asistir a la ejecución capital de los conjurados. En tanto, el ver­dadero rey se pone en marcha contra el enemigo, que al primer ataque es disper­sado no tanto por virtud de las armas como por una nube milagrosa que, alzándose de improviso ante el minúsculo ejército regio, abate y adormece a los soldados que se le oponen. La victoria es completa, y el Incorruptible en persona cae prisionero.

Pero el rey Eugenio, que se ha enterado de que aquella nube no ha sido obra del arcán­gel San Gabriel, invocado antes de la ba­talla, sino un genial invento químico de su nigromante, llega a la dolorosa conclusión de que aquella victoria no es del espíritu sino de la materia, y que, por lo tanto, el verdadero triunfador no es él, rey del buen tiempo antiguo, sino el Incorruptible, digno representante de la nueva civilización mecá­nica y sin Dios. Por lo tanto, después de haber abdicado en favor de él y concederle por esposa a su hija Violante, se refugia en el convento de San Romualdo, donde ter­mina piadosamente sus días, mientras Gel­somino, que hasta entonces había seguido la suerte del rey, abandona la gran barahúnda de la nueva corte por la paz antigua de su casa y de su zampoña.

Esta fábula viene a ser como la suma de los temas pre­feridos por Panzini, de los aspectos contras­tantes de su mundo, desde la celebración de la vida geórgica y patriarcal al hechizo de la modernidad; desde la angustiada año­ranza de la fe y la virtud de los padres, a la sonriente certidumbre de no poder creer ya; en ella, por lo tanto, bajo las discretas alusiones a acontecimientos cer­canos o remotos de la historia y las costum­bres, especialmente italianas, no hay que buscar ciertamente más alegoría sino la de estos contrastes, ni otro intento y gusto sino el de fabular.

A. Bocelli