Erec y Enide, Chrétien de Troyes

[Erec ed Enide). Poema francés compuesto de cerca de 7.000 octosílabos en rima pareada, escrito hacia 1160. Erec, hijo del rey Lac, uno de los caballeros de la Tabla Redonda, conquista, en lucha con Yder, otro caballero, a una muchacha pobre pero más rubia y bella que Isolda (v.), Eni­de, la lleva a la corte del rey Artús (v.) y se casa con ella.

Por el amor de Enide, olvida sus deberes de caballero, lo que atrae las burlas y vituperios de todos. Una noche oye a Enide que creyéndole dormi­do se lamenta de su inactividad; Erec en­tonces, a pesar de los ruegos del rey, su padre, y los de la arrepentida Enide, parte con ella, ordenándole que le siga como paje: vea lo que vea, ella debe siempre ca­llar, a no ser que él la interrogue expresa­mente. En el largo camino, encuentra a bandidos, caballeros, gigantes, a los que Erec vence y mata; cada vez que un peli­gro amenaza al marido, Enide infringe la orden y le salva la vida soportando después amargos reproches; algunos atentan tam­bién contra su fidelidad, pero ella no trai­ciona a Erec* Después de estas pruebas, vuelven a la corte de Artús, donde son festejados, y, habiendo muerto su padre, Erec es coronado en Nantes.

El poeta des­cribe luego la riqueza de las fiestas, la ceremonia de la coronación y el banquete final. El poema saca de nuevo a luz, más que el valor sin tacha de Erec, el amor sin tacha de Enide. Ella ha dudado por un ins­tante del valor de su marido, y por eso él duda de ella y quiere ponerla a prueba: este amor queda patente al fin con toda su grandeza. Así, Chrétien de Troyes consi­gue representar el perfecto amor: el con­yugal, hecho de la devoción total de la mujer, siempre pronta a sacrificarse por el marido, y de la protección ilimitada del hombre, que en este sentimiento halla la fuente de su valor caballeresco. En esta concepción, es natural que se suponga so­bre todo la sensibilidad descriptiva y re­presentativa. En texto galés, el Gereint (v. Mabinogion), narra la misma historia del mismo modo. Hacia 1200, la narración fue reelaborada en alemán (Erec) por Hartmann von Aue (muerto hacia 1220), per­diendo buena parte de su colorido y de su agilidad, pero cobrando mayor profundidad de sentimiento y un fin moral. Finalmente la misma historia aparece en la Erexaga, prosa noruega del siglo XIII.

C. Cremonesi