En el cancionero de Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana (1398-1458), junto a las exquisitas Serranillas (v.) y los poemas alegóricos a la manera italiana, ocupan un lugar importante 42 sonetos «fechos al ytálico modo», con los que esta forma hizo sus primeras pruebas en España. En el «prohemio» de la Comedieta de Ponza (v.), dirigida a la condesa de Módica con los Proverbios (v.) y los primeros 17 sonetos, Santillana, haciendo alarde de su conocimiento de la poesía del tiempo, atribuye erróneamente la invención del soneto a Guydo Cavalgante (Guido Cavalcanti). Ciertamente conoció a los poetas del «Stil Novo» (v.) y menciona, además de Dante, a Checo Dasculi (Cecco D´Ascoli), Boccaccio y «mucho más que todos Frangisco Petrarcha, poeta laureado». La influencia de Petrarca es, en efecto, preponderante, y Santillana repite varias de sus imágenes y situaciones, empezando por el primer soneto: «Cual se mostraba la gentil Lavina», que recuerda al primero del Cancionero (v.) y concluye con un típico concepto petrarquesco: «ardiendo en fuego me fallo en reposo».
La temática de tales sonetos es amplia y varia, y abraza los argumentos habituales de la lírica italiana: los hay amorosos, morales, políticos y religiosos. Entre estos últimos, son notables los dedicados a santos italianos, como el «en loor de Sancta Clara virgen» («Clara por nombre, por obra e virtute / Luna de Asís…») o el dedicado a «Sanct Bernaldino» de Siena («O ánima devota, que en el sino…»). Los mejores son los que se mantienen dentro los recuerdos de la mitología sentimental petrarquesca, entretejida con reminiscencias clásicas: «Lexos de vos e cerca de cuidado…», «O dulce esguardo, vida e honor mía…». Sin embargo, la influencia italiana se advierte más en las situaciones e imágenes que en el ritmo. El endecasílabo de Santillana sigue manteniendo los sones duros que le dieron las primeras tentativas de Francisco Imperial, y a menudo toma los acentos del dodecasílabo español empleado por los poetas «de arte mayor»; era necesario aguardar la llegada de Boscán (v. Poesías) y especialmente de Garcilaso (v. Poesías), para que el soneto entrara a formar parte del lenguaje poético español.
C. Capasso