Poesía lírica de Giacomo Leopardi (1798-1837) compuesta y refundida en 1832 y publicada en la edición de los Cantos (v.) del 1835. Lacrimosa, dulzona, fácil y, no obstante, una gran composición: la más «popular» de Leopardi. Encierra, ciertamente, uno de esos hechos patéticos que tienen aliento universal. Hoy conmueve a los ingenuos y hace sonreír a los avisados. Todos permanecemos hoy día en la corriente de la ironía, y en público el amor nos ofrece motivo de risa; no querríamos que en privado nos viesen los modernos humoristas. Pero es innegable que Leopardi, en Consalvo, aun no alcanzando su más alto nivel artístico, precisamente por su positiva violencia y su predominio autobiográfico, descubre plenamente su naturaleza doliente y la cándida y meliflua materia de que estaba formada el alma del fiero constructor de las Obritas morales (véase). Aquí hay que explicar, como una necesidad de defensa, la teoría de la infelicidad cósmica y todas las filosóficas armas leopardianas. Pero el muchacho que invocaba a la muerte, y confesaba a los hombres su infelicidad, se habría sentido feliz con muy poco, con sólo que los ojos apasionados de una mujer se hubiesen posado en él. Consalvo es la máxima venganza del lacrimoso romanticismo, no en el corazón, sino en el arte de Giacomo Leopardi.
F. Flora