[Povidky malostranské]. La obra más notable en prosa del poeta y narrador checo Jan Neruda (1834-1891). Publicada en 1878, fue la obra de su madurez artística de prosista. A primera vista hace pensar en Maupassant (entonces todavía en los inicios de su carrera de escritor) y psicológicamente en Dostoievski (entonces desconocido en Bohemia); pero en el fondo era el resultado de un largo aprendizaje de escritor y de un profundo conocimiento de la psicología de su propio pueblo. Malá Strana (la pequeña parte) es un barrio de Praga, el más original y característico de la capital bohemia y, en la época de Jan Neruda, bastante separado del resto de la ciudad, topográfica y psicológicamente.
Los personajes de estas narraciones son los habitantes de este barrio, pequeños comerciantes, artesanos, viejos magistrados, oficiales, viejas señoritas apegadas a la tradición, mendigos. Todavía hoy, recorriendo ciertas callejuelas de Malá Strana, puede suceder que nos encontremos con tipos que recuerden los descritos por el poeta en sus narraciones, trágicos y cómicos o, mejor aún, tragicómicos, en las que una sonrisa un poco irónica y conmovida, acompaña su existencia ya sea de un pequeño comerciante que espera en vano a los clientes fumando sin cesar su pipa en el umbral de su tienducha y al final, habiendo quebrado, se ahorca y le encuentran en el bolsillo tan sólo la pipa; o bien las aventuras de cuatro colegiales que quieren ocupar la ciudadela de Praga y proclamar la república; o la vida durante una semana en la «casa tranquila» de un revendedor, una sola semana durante la cual se celebran el entierro de una solterona y las bodas de una muchacha, y se conocen los más extraños tipos, como el hijo del revendedor, despedido de la oficina porque había emitido en su diario juicios sobre los colegas y su jefe, un médico solterón, el cual, enamorado de la muchacha que luego se casa con otro, se contentará con los favores que le dispensa la hija de los dueños de la casa; o las vicisitudes de un joven que debe examinarse para abogado y que para estudiar con mayor tranquilidad se traslada a Malá Strana y es distraído por la fantasmagoría de las «figurillas» — los inquilinos de la casa donde vive — que le revelan sin querer sus secretillos amorosos y sus intrigas.
Las «figurillas» que distraen al joven de sus estudios atraen al lector, le atan, le interesan, graban en la memoria junto con el ambiente, rico también de recuerdos históricos y de innumerables monumentos de arte. [Trad. de W. F. Reimer (Madrid, 1923, y Buenos Aires, 1943)].
E. Lo Gatto