Zuinglio (Huldreich Zwingli)

Nació el 1.° de enero de 1484 en el pueblo de Wildhaus, situado a 1.100 metros de altura en el terri­torio cedido por los condes de Toggenburg a la abadía de San Gall en 1468, y murió el 11 de octubre de 1531 en Kappel. Su padre era el primer magistrado de la comunidad de Wildhaus; a causa de ello el muchacho se formó en un ambiente agitado por vivas inquietudes cívicas y políticas. Su tío pater­no, Bartolomaeus Zuinglio, párroco de Wesen, junto al Walensse, encargóse de sus estu­dios, y le educó de acuerdo con un catoli­cismo generoso y abierto a las exigencias, sino a los influjos directos, de una renova­ción humanística. Sea como fuere, empero, estos últimos se manifestaron ya apenas el joven estudiante abandonó sus montañas y vivió en diversas ciudades : en Basilea, lue­go en Berna, donde estudió bajo la guía de Lupulus (Heinrich Wólfflin); en Viena (allí tuvo por maestro a Konrad Celtis), y, de nuevo, en Basilea, población en la cual, du­rante el postrer semestre de sus estudios, fue alumno del teólogo y humanista Thomas Wyttenbach, procedente de Tubinga; éste parecióle personificar una posible ar­monía de la nueva cultura con la teología tomística.

Influyeron también notablemente en Zuinglio los textos de Giovanni Pico della Mi­rándola, sobre todo De la dignidad del hombre (v.) y Del ser y de la unidad (v.). Cabe mencionar aquí, asimismo, al sobrino del platónico florentino, Giovanni Francesco Pico della Mirandola, autor de una obra acerca de la Providencia, de la cual se ad­vierten huellas en De la providencia de Dios (v.), de Zuinglio Éste, empero, no experi­mentó ningún influjo tan considerable como el de Erasmo. Llegó a bachiller en 1504 y a «magister artium» en 1506, pero no había recibido todavía las órdenes. No obstante, gracias a los buenos oficios del tío fue nom­brado párroco de Glarus (Glaris), donde ejerció el sacerdocio hasta 1516. Dejó este cargo para ocupar el de predicador del con­vento de S. Maria Einsiedeln (María de las Ermitas). El famoso monasterio, en el cual se veneraba una imagen milagrosa, era meta de peregrinaciones de toda Suiza y de la Alemania meridional, y, al mismo tiempo, sobre todo por la influencia de su adminis­trador, Diebold von Geroldseck, un animado centro humanístico; a la rica biblioteca del convento llegaban, apenas impresas por el editor Froben, de Basilea, las obras exegéticas y patrísticas de Erasmo, que eran leí­das y estudiadas con gran interés.

Zuinglio, quien el año 1515 había tenido el honor de cono­cer personalmente al gran humanista ho­landés, a quien dedicó una carta laudatoria, siguió la trayectoria erasmista, apasionóse por los Padres griegos, a los cuales consi­deró superiores a los latinos, perfeccionó su conocimiento de la lengua griega, estu­dió profundamente el Nuevo Testamento, sobre la edición de Erasmo de 1515, y sacó incluso una copia manuscrita de las epís­tolas de San Pablo; además, inspiró en éste y en San Agustín una visión personal del cristianismo, afín en ciertos aspectos a la de Lutero, aun cuando independiente de ella, hizo estudios de hebreo en la gramática de Reuchlin; tendió,, con Erasmo y los Padres griegos, a la interpretación alegórica del Antiguo Testamento, y empezó a soñar en la renovación humanística de la Iglesia. A la formación intelectual basada en el huma­nismo asocióse en el joven Zuinglio una viva conciencia política, que le indujo a opo­nerse a la costumbre, tan deplorable moral­mente como provechosa para la nobleza, de las levas mercenarias al servicio de las po­tencias extranjeras.

El futuro reformador, que acompañó en calidad de capellán mili­tar (y con fidelidad de católico a la causa pontificia) a las tropas de Glaris en las ba­tallas de Novara (1513) y Marignano (1515), reaccionó contra el servicio mercenario con un patriotismo humanístico y cristiano: «Cristo nos ha enseñado a dar la vida por los amigos, no a matar». Su campaña ob­tuvo, en 1522, la supresión de las mencio­nadas levas en Zurich, a donde, mientras tanto, habíale llevado, a fines de 1518, el nombramiento de predicador de la catedral (Grossmünster). Zuinglio se hallaba ya entonces en el ámbito de su breve pero decisiva acti­vidad reformadora en la cual siguió, hasta 1519, una orientación propia: la de una clara reforma humanística, entre la benévola sim­patía de las autoridades civiles y eclesiás­ticas. En 1518 predicó también, como Lutero en 1517, contra la campaña de las indulgen­cias, llevada a cabo por el franciscano Bernard Samson; su predicación se vio apoyada por el clero progresista y el obispo de Cons­tanza, y la Dieta de los Cantones suizos prohibió la venta de indulgencias.

Sin em­bargo, a partir de la disputa de Leipzig (1519) la influencia de Lutero se hizo sen­sible, y orientó al humanista erasmiano ha­cia posiciones cada vez más netamente re­formistas. En tanto los ciudadanos de Zurich se hallaban agitados por la grave cuestión de los reclutamientos mercenarios (1522), algunos de ellos fueron amonestados por el obispo de Constanza, a causa del quebran­tamiento del ayuno cuaresmal en una co­mida amistosa en la cual se hallaba pre­sente Zuinglio, quien defendió su actitud como afirmación intencional de libertad cristiana. El trivial incidente dio origen a las reivin­dicaciones del partido reformista. En verano del mismo año, Zuinglio formuló una Supplicatio, a la cual se adhirieron diez sacerdo­tes; en ella pedía la concesión del matri­monio a los eclesiásticos y la predicación del Evangelio según las ideas de la Refor­ma. Escribió luego la apología de la Supplicatio, bajo el título Archeteles; y, llevando a la práctica sus convicciones, se casó en secreto — y dos años después públicamente (2 de abril de 1524) — con una viuda, madre de uno de sus discípulos, Anne Reinhard.

El triunfo de los reformistas en Zurich fue decidido por dos discusiones públi­cas, que tuvieron lugar el 22 de enero de 1523 y los días 26-28 de octubre del mismo año. En la primera de ellas Zuinglio formuló se­senta y siete Tesis; establecida la Reforma, dio a la luz, también en 1523, su Breve in­troducción cristiana, y en 1525 su obra principal, De la verdadera y falsa religión (v.), dedicada a Francisco I. En adelante, la biografía de Zuinglio se halla vinculada a la historia de los reformistas de Zurich y de la Suiza de lengua alemana. Tal reforma aparece mucho más radical que la luterana, ya respecto del culto, muy simple, de las ideas teológicas, menos originales y profun­das pero más afines a las exigencias racioles humanísticas, o de la concepción ético- política, mucho más activa, de acuerdo con el temperamento político-religioso de Zuinglio y la intensa vida civil de los Cantones suizos.

La actividad del reformador, en cuanto or­ganizador, tendió a la difusión de la Refor­ma por la Suiza de lengua alemana, a la unión de las fuerzas de los cantones pro­testantes, y al establecimiento de relaciones con los reformistas de Alemania. En esto último, empero, sus intentos fracasaron por las divergencias de concepción existentes entre Zuinglio y Lutero acerca de la Cena del Señor (racional y simbólica la del primero, y mística y realista la del otro); el coloquio de Marburgo (1529) marca la división irrepa­rable de los dos movimientos de la Reforma. La extensión de ésta a algunos territorios sobre los cuales poseían derechos comunes los cantones católicos y los protestantes (los bailiajes) provocó entre los dos bandos una acción bélica. La alianza de Berna con Zu­rich representó deficiencias; las fuerzas bernesas se retardaron en su ayuda a los zuriqueses, y el exiguo ejército de la ciudad, integrado por unos 2.500 hombres, fue ven­cido por las milicias católicas (en las cuales figuraban aproximadamente 8.000) en la ba­talla de Kappel, el 11 de octubre de 1531.

Zuinglio, quien había acompañado a las fuerzas de Zurich como capellán militar, con casco y coraza, viose envuelto en la derrota de los suyos y pereció; su cadáver, reconocido, fue descuartizado y quemado por el ver­dugo. El combate de Kappel, en el que mu­rieron 500 de las fautores más activos de la reforma suiza, señaló en la expansión de ésta un período de estancamiento.

G. Miegge