Victorien Sardou

(París 1831 – Marly, Valenciennes, 1908) dramaturgo francés. De familia pequeño-burgue- sa, tras una adolescencia difícil comenzó estudios de me­dicina que pronto interrumpió para dedicarse al teatro.

Escribió numerosas comedias, consiguiendo sólo la re­presentación de La taberna de los estudiantes (La taver­ne des étudiants, 1854), que, por otra parte, resultó un fracaso. Introducido en el ambiente teatral parisino a tra­vés de su matrimonio con la actriz Lamentine de Bré­court (1855), consiguió consolidarse con Las primeras ar­mas de Figaro (Les premières armes de Figaro, 1859), ma­gistralmente interpretada por la célebre Virginie Déjazet.

Pero fue con Las patas de mosca (Les pattes de mouche, 1860), dentro del género de la comédie-vaudeville lanza­da por E. Scribe hacia 1825, que S. demostró ser autor de talento, capaz de conquistar los gustos eclécticos de las plateas.

En la producción posterior desarrolló la sá­tira política, apuntando su ironía sobre la figura de L. Gambetta en Rogabas (1872) y atacando violentamen­te a los revolucionarios de la Comuna en El odio (La hai­ne, 1874). Elegido miembro de la Académie Française en 1877, acogido con todos los honores en la corte de Na­poleón III, cultivó luego el género del drama histórico: Fedora (1882), Tosca (1887), Cleopatra (Cléopâtre, 1890), Termidor (Thermidor, 1891), Madame Sans-Gêne (1893), El asunto de los venenos (L’affaire des poisons, 1907).

Señor indiscutible de la escena parisina desde 1860 hasta su muerte, S. fue un consumado manipulador del lenguaje y de las técnicas teatrales: habilísimo en la cons­trucción de las historias y atento a las características psi­cológicas de los personajes, dio con su teatro una sínte­sis significativa del gusto del público francés en los últi­mos decenios del siglo. El extraordinario éxito de sus obras, que, entre otros, inspiraron a G. Puccini (Tosca) y a U. Giordano (Fedora), se debió también a las presti­giosas interpretaciones de Sarah Bernhardt.