Nació el 15 de agosto de 1785 en Greenheys (Manchester) y murió el 8 de diciembre de 1859 en Edimburgo. Huérfano de padre, formóse en un triste ambiente de colegio, y a los diecisiete años marchó a Londres a pie, desde las cercanías de Manchester, para arreglar su posición respecto de los tutores.
En la capital careció de medios de subsistencia; pero un sórdido agente de negocios a quien recurrió dejóle dormir en su propio despacho, en cuyas habitaciones frías y oscuras, llenas de polvorientos legajos y recorridas durante la noche por animadas expediciones de ratones, el muchacho, hambriento y aterido, tenía por compañera a una tosca jovencita, enfermiza y medrosa como él.
De Quincey no logró saber nunca si se trataba de una hija natural o acaso de una sirvienta del leguleyo. Ambos dormían abrazados para calentarse, bajo una vieja manta y en un lecho formado por montones de documentos. Luego, en sus idas y venidas, el joven conoció a una muchacha de la calle, Ana, con la cual trabó una inocente y fervorosa amistad; por fin, legalizada la situación con los tutores, hubo de ausentarse de Londres por algún tiempo, y la buena amiga no volvió a verle jamás.
Estudiante en Oxford, inicia allí su contacto con el opio, que en la Inglaterra de principios del siglo XIX era algo corriente. No están bien esclarecidas las razones que indujeron a De Quincey al empleo de tal droga. En dos ocasiones parece haberla utilizado como medicamento; más tarde, en forma de extracto líquido, o láudano, convirtióse para él en una necesidad cotidiana, llevándole a grandes excesos, de los que de vez en cuando lograba librarse trabajosamente para hundirse luego en ellos de nuevo y más profundamente.
Empezó a usar opio en 1804; tal hábito persistió con alternativas hasta 1813. A partir de esta fecha consideróse, como él mismo dijo, «un opiómano regular e inveterado». El 1807 fue para De Quincey el año de las amistades y los encuentros más fructuosos, pues conoció a Coleridge, Wordsworth, Southey y Ch. Lamb. La relación con los «laquistas» le indujo en 1809 a trasladarse a Townend, en Grasmere, para poder vivir en su intimidad.
Allí se casa en 1816 con Margaret Simpson, de familia campesina; de ella tendría cinco hijos y tres hijas. En 1820 se establece en Londres, donde reside hasta 1828 y colabora en diversos periódicos. Pasó luego a Edimburgo y, excepto durante una estancia de dos años en Glasgow (1841-43), vivió en aquella ciudad hasta su muerte. De Quincey fue helenista precoz, erudito y polígrafo. Su obra principal es Confesiones de un opiómano inglés (v.).
Tras su fallecimiento, el gran conjunto de su producción, integrada por varios tratados y monografías, estudios e investigaciones sobre la filosofía y la narrativa germánicas, artículos de economía política, historia y crítica literaria, recuerdos y toda suerte de pequeños textos periodísticos (v. Aldabonazos a la puerta de Macbeth, El asesinato considerado como una de las bellas artes, Recuerdos de los poetas laquistas ingleses, Suspiria de profundis, La diligencia inglesa, La hija del Líbano-, Juana de Arco), fue dispuesto en unos quince tomos, aumentados luego con nuevo material disperso.
En algunas imágenes de los Suspiria empiezan ya a vislumbrarse figuras simbólicas de carácter gigantesco o titánico, propiciadoras o vengadoras, que habrán de repetirse en la poesía de Baudelaire y Swinburne. En Confesiones y en Suspiria el decadentismo influye no sólo en un amplio repertorio figurativo, sino también en un simbolismo rudimentario, un sistema, una mitología y una teología.
La nueva religión estética dominante a partir de entonces, que podría ser denominada también herejía decadente, quedaba establecida. En realidad, cabe considerar a De Quincey no sólo como uno de sus protomártires, sino aun como uno de sus mayores evangelistas.
E. Cecchi