Ensayista, político y diplomático ecuatoriano n. en Quito en 1885. Representó a su país en la Conferencia de la Paz de Versalles (1919), y en Francia, Estados Unidos y Perú, habiendo sido titular de la cartera de Asuntos Exteriores durante el período 1929-32. Cursó sus estudios en el Colegio de San Gabriel, manifestando desde muy temprano su capacidad literaria por lo que fue considerado como un «niño prodigio» de las letras ecuatorianas. Cultivador primero de la poesía, se inclinó más tarde por el ensayo severo y profundo, género en el que se ha distinguido particularmente por el rigor de su juicio crítico, la agilidad de su prosa y el refinamiento de su estilo.
En este sentido son modélicos los ensayos dedicados a Juan Montalvo (v.) y José Enrique Rodó. Gran hispanista, ha defendido la labor de la antigua metrópoli en sus colonias ultramarinas en la obra Significado de España en América. Entre el resto de su producción cabe citar las obras De Ariel, La evolución de Gabriel D’Annunzio, En elogio de Henry Barbusse, Frutos en agraz, El inca Garcilaso de la Vega, etc. Ha escrito también la novela Égloga trágica, de prosa brillante, rítmica e imaginativa, envuelta en un halo poético que difumina el melodramatismo de su acción.