Muy pocos datos ciertos poseemos acerca de este delicado poeta español del siglo XVI. La única fecha comprobada referente a su oscura biografía es la de la muerte de Alonso de Ercilla (1594), el cual, entre 1579 y el año de su fallecimiento, aprobó la publicación de un manuscrito que luego permaneció inédito y fue adquirido como papel de estraza por Francisco de Quevedo; éste lo hizo imprimir y lo atribuyó por error al Bachiller Alfonso de la Torre, el mismo año (1631) en el cual publicó las Poesías (v.) de Luis de León. En 1857, Aureliano Fernández Guerra, ilustre crítico e historiador de la literatura española, compuso una biografía de nuestro autor, basada en una inscripción de matrícula de la Universidad de Alcalá de Henares según la cual en 1556 Francisco de la Torre contaba veintiún años; de acuerdo con ella, el poeta habría nacido en Torrelaguna hacia 1530, estudiado en Alcalá de 1554 a 1556, servido en el ejército en Italia (Lombardía) y recibido las órdenes sagradas en los últimos años de su vida y a impulsos de algún desengaño amoroso.
Se trata, empero, de deducciones carentes de una consistencia documental, como ha demostrado J. P. W. Grawford. Durante el siglo XVIII la crítica española pretendió identificar a Francisco de la Torre con el mismo Quevedo; sin embargo, varias razones de estilo se oponen a tal tesis, ya definitivamente abandonada. La poesía de nuestro autor se inspira en el Renacimiento y Garcilaso; hay en ella, por lo tanto, sensibilidad, elegancia formal, ternura, amor platónico, etc. El conjunto de la producción — tres libros de versos líricos y ocho églogas reunidas bajo el título Bucólica del Tajo — destaca por un delicado sentimiento de la naturaleza, y, en particular, por la concepción prerromántica del «nocturno». Singularmente célebres son las canciones A la tórtola y A la cierva herida.
En la poesía de Francisco de la Torre, horaciana, abundan las versiones de poetas italianos del siglo XVI, de B. Varchi sobre todo; dos sonetos son meras traducciones de Giambattista Amalteo. Nuestro poeta utilizó, seguramente por vez primera en español, la estrofa sáfico- adónica, y empleó hábilmente el heptasílabo libre. Parece haber sido amigo de muchos poetas contemporáneos: Pedro Láinez, Francisco de Figueroa, Lope de Vega, Juan de Mendoza y Luna, etc. (v. Obras).
A. Zamora Vicente